jueves, 28 de noviembre de 2013

Gracia


No hay diferencia esencial entre prosa y verso. Todo buen escritor, como todo verdadero poeta, sabrá encontrar número, ritmo, cuantidad para su estilo. Por eso los grandes poetas eliminan los vocablos vacíos, las apoyaturas, las partículas inexpresivas, y se demoran en las nobles palabras, llenas, plásticas y dilatadas. Así Rubén Darío: “Inclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, -espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!...” Siempre me ha encantado la dificultad, la violencia, que cuando es diestramente vencida, origina la gracia. La rima no debe ser pobre; entonces es una puerilidad. Pero cuando la rima recae en palabras de profunda significación y de bella fonética, provoca toda su magia. Es a un tiempo cifra de simultaneidad y memoria reversible, y en un solo sonido se superponen dos o tres colores. Así en una cucharilla de café legítimo admiramos a la vez negro de laca, oro reflejo y el color propio del café, que por ser la suma de esos dos, es ya otro distinto.

La poesía actual se esfuerza por crear el lenguaje de la nueva época. La disgregación de la gramática, el empleo de las imágenes distantes, el juego de las cesuras y silencios, el nuevo escandido, responde a una necesidad de expresión no euclidiana que tendrá que preparar el terreno a la novela futura

Ramón del Valle-Inclán

(Conversación con G. D. -Gerardo Diego)

Fragmento extraído de Poesía Española Contemporánea, Antología por Gerardo Diego

lunes, 25 de noviembre de 2013

Someone is wrong


equivocado en internet, internet, dormir en internet

(Vía xkcd)

- ¿Vas a venir a la cama?
- No puedo. Esto es importante.
- ¿Qué?
- Alguien está equivocado en internet


Desigualdad


Estudio de la desigualdad como tinta imborrable

No, no estoy especialmente orgulloso
de tantos juguetes de fábrica,
ni del nuevo milagro intelectual como
solución a todas las facturas.

No me alegran especialmente
los puentes de arriba a abajo, las ciudades
a ninguna otra parte, los camiones
a manos del transporte inagotable.

No, no creo que queden más cerca,
ni siquiera diferentes por educar.
La desigualdad no es una idea
personalmente interna, es internacional.

No estoy satisfecho del olor de los billetes,
ni de la amenaza de masacres nucleares;
no estoy de acuerdo con los que más tienen,
ni es culpa de los bosques o las minas de hambre.

No, no creo que esté todo hecho
a este lado de la vergüenza pacífica.
No, nadie puede estar satisfecho
de tanta injusticia tan bien repartida.





SpNt2005 – 25/11/2013

Esta semana llegan los libros
¡ya puedo escribir!



(Gracias Mari Ángeles)

jueves, 21 de noviembre de 2013

La crisis del cuarto poder




Durante 5 años de carrera sólo he conocido en clase una crisis del periodismo. Internet estaba acabando con el papel impreso, las grandes cabeceras estaban cerrando o temblando de miedo. No sabían mantener su tirada, clientela o poder de influencia, como queramos llamarlo.

La crisis del periodismo era entonces el periodismo digital, y había que encontrar nuevas fórmulas, nuevos mecanismos para llegar a la audiencia, ya fuera en papel, ordenador, tableta o móvil. ¿Lo mismo para todas las plataformas? Apenas se compra el periódico, pero los mayores no usan internet, y los smartphones estaban todavía en camino. 

Los grandes medios no sabían cómo mantener la inversión publicitaria cuando los jóvenes no leían el periódico (no hablemos de comprar) y la inversión publicitaria en internet estaba todavía débil, más por las poquitas grandes agencias publicitarias especializadas en medios digitales que por la falta de visibilidad de estos medios. Con páginas vistas diarias millonarias, conocidos de sobra por su marca, imagen corporativa, línea editorial o posicionamiento ideológico... no conseguían recuperar la inversión. Parecía fácil, sólo había que arrastrar al público y llenar la web hasta arriba de publicidad, así ganarían dinero y ¿seguirían siendo los mejores?

El problema entonces no era que hubieran dejado de ser los mejores, los más veraces, no; es que no podían invertir durante varios años en su evolución y había que pagar los intereses de deudas anteriores, la auténtica causa de los cierres. No había frescura para dar el salto, ni formación en cuanto a herramientas digitales se refiere. Había sólo una redacción y abordar el tema era un laberinto de duplicidades que han terminando en un periodista todoterreno en lugar del periodista especializado, tanto temática (tertulianos de teletienda) como profesionalmente (periodista multitarea: cámara, locutor, fotógrafo, montador, diseñador web, community manager...). 

Después, comenzaron a echar periodistas, o a prejubilarlos. Entonces empezaron a llegar becarios, mucho más dóciles. Entonces, descubrí cual era la verdadera crisis del periodismo:




Hacer tan bien tu trabajo que tengan que censurarte. O porque eres un enchufado, no tienes experiencia o tienes hijos, censurarte. Porque necesitas la pasta y otro lo hará en tu lugar.

Y créanme, esa crisis va para largo.

Mi colección de poesía


A lo tonto a lo tonto ya tengo unos cuantos libros de poesía. Aprovechando que los he vuelto a colocar, los enumero por si alguien tiene curiosidad. En orden aleatorio:

- Fragmentos de un libro futuro, de José Ángel Valente
- La luz en la memoria, de Pepe Viyuela,
- Cancionero y romancero español, de Dámaso Alonso,
- Las palabras de la tribu, de José Ángel Valente (ensayo sobre poesía)
- Rimbaud, obra completa prosa y verso (edición bilingüe), de Arthur Rimbaud
- Anatomía de la palabra, de José Ángel Valente
- Sonido amarillo, de Adolfo Castaño
- Poemas, de Lord Byron
- Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez (de cerca es poesía)
- Poesía completa y comentarios en prosa de San Juan de la Cruz
- Romancero gitano, de Federico García Lorca
- Poema del cante jondo, de Federico García Lorca
- Los poetas de la República (antología)
- Antología de la poesía del siglo XVII
- Canciones - poemas sueltos - varia, de Federico García Lorca (algunas páginas recubren mi maleta)
- Bestiario, de Baonza Romero
- Tratado de urbanismo, de Ángel González
- El padecimiento continuo, de Charles Bukowski
- Poesías, de Miguel Hernández
- Apartada orilla, de José Bergamín
- Garcetas blancas, de Derek Walcott (edición bilingüe)
- Diálogos del conocimiento, de Vicente Alexaindre
- Poesía española (siglos XVIII - XIX)
- Palabra sobre palabra, de Ángel González
- Poemas, de José Moreno Villa


Estos son los títulos que han sobrevivido a las mudanzas. Hecho en falta un regalo, Los cuadernos de Nueva York, de José Hierro (me gustó tanto que sólo pude regalarlo) y alguno de Mario Benedetti o Machado (el Antonio).

Aún tiene mucho que crecer.

¿Alguna recomendación?


Dos pájaros en tres gotas


pajaro, pintura rapida, pintura agua, pintura tinta china

Visto en las redes sociales.

lunes, 18 de noviembre de 2013

18 de noviembre

No solía soñar de pequeño con una mansión, o una mayordoma sexy que me llevara los canapés a la piscina. No tenía ese tipo de ambiciones. En aquellos tiempos me preocupaba más salir de casa. No es que estuviera todo el día encerrado, pero no tardaron en hacerse frecuentes los castigos que terminaban con "de la casa al colegio y del colegio a la casa". Bastaba con llegar cinco minutos tarde. El deporte, cuatro tardes a la semana, era lo único que me permitía tener amigos sin profesores en común.

Mi habitación estaba llena de libros que no eran míos, por lo que mi concepto de territorio nunca estuvo demasiado claro. La puerta estaba siempre abierta excepto cuando ponía música (para estudiar, cómo no); entonces mi hermana (siempre) solía estar estudiando en la habitación contigua. Tampoco podía poner carteles para evitar que las chinchetas agujerearan las paredes. Antes, más pequeño, me había dado por agujerear el pasillo con un taladro de juguete; descubriendo el entonces gran milagro de las pilas. Para ganar espacio no podía más que regalar los libros de "mi estantería" que no eran míos a mis padres por su cumpleaños (guiño-guiño). Incluso la mitad de mi armario estaba lleno de ropa de mi hermana que, por supuesto, disponía de su habitación propia y de su correspondiente armario, dos veces el mío. Un ordenador y una cama de dos metros fueron mis dos grandes lujos.

Después me fui, por fin. Cada puente o vacaciones que volvía tenía que adaptarme a la reconversión de la habitación como sala de estudio de mi madre y cuarto de la plancha. Volví definitivamente y aún era mi mesita de noche la secadora. Mi madre ya había hecho "limpieza" y empaquetado todo para esconderlo en no sé qué cajas del almacén. Me había robado los mejores momentos entre esas cuatro paredes, mi forma particular de estirar las horas cuando había que limpiar y decidir qué permanecía y qué iba de cabeza a la basura. Es en esos momentos cuando más me conocía a mí mismo.

Cuando regresé, lo hice cargado de libros. Muchos libros muy baratos, la mayoría libros seleccionados de las ferias de ocasión. En resumen, mi primera y modesta colección de libros de poesía, una buena cantidad de libros relacionados con la carrera y un par de joyas que adquirí en la librería de la universidad y que bien me costaron el "capricho" del mes: el ensayo español del siglo XX y un libro sobre la Historia Intelectual del siglo XX, citados en alguna ocasión en este blog.

Las paredes seguían pintadas con Pinocho y Mickey Mouse; a partir de secundaria, demasiado infantiles para mi gusto. Un par de carteles, de "La vida es bella" y la "La novia cadáver" y algún que otro póster los tapaban parcialmente, pegados con blu-tack.

Sin entrar en situaciones personales, hace un mes tuve que volver a vaciarla, ya viviendo en la casa de mi abuela. No pensaba volver, pero tampoco pensaba llevarme el resto de mis cosas hasta que viviera de alquiler en algún piso compartido, libre de reproches u órdenes, los únicos dos modos discursivos que nunca faltaban en casa y prácticamente exclusivos.

No sé qué van a hacer con la habitación. Hasta donde sé, iban a quitar la cama. Probablemente vuelva a ser la salita que era antes de que yo naciera.

Ahora, mis cosas, la mayor parte de mi pequeña historia, están en cajas alrededor de la cama. Sigo viviendo en la casa de mi abuela, ya sin ella. Ya no tiene sentido (como antes tampoco lo tenía) que, si sigo viviendo en El Ejido, me traslade. Así están las cosas, en cajas.


Detalle


graffiti san valentin, grafiti amor, street art utopia


Ben Clark


La mezcla confusa. UP José Hierro. (2011)

Campus

Algo funciona bien en este campus.
Es la hierba.
No son los cuerpos tersos, tan perdidos
en la mañana obtusa del deseo.
No son estas palabras; no es el agua
de esta fuente maltrecha y ponzoñosa.

Es la hierba.

Crece sin esperanza y crece verde,
constante, compasiva.
Y hay veces que se eleva
y viaja entre carpetas y entre apuntes estériles
de asignaturas muertas. Es la hierba.
Dolorosa y paciente. Su embajada y su lecho.
La hierba verde y triste.
Oda a la juventud recién cortada.







Usted es un reconocido autoestopista. Cuéntenos alguna de sus experiencias.

La primera vez que hice autoestop en serio, es decir, la primera vez que hice autoestop, me di cuenta de que se parece mucho al proceso de escribir. Uno se enfrenta a la carretera, al folio, solo y a merced de lo que pueda ocurrir. Uno sabe que tarde o temprano avanzará, ¿pero cómo? ¿y hasta dónde? Viaje de Salamanca a Paris y ahora se me antoja la lìnea imaginaria como una especie de poema de cientos de kilómetros.


Fragmento de la entrevista en Letras Viajeras

¿De qué vive un poeta en el siglo XXI?

Desde luego de las instituciones no (ya no). Los poetas siempre han vivido muy mal pero muy bien, porque no querrían, en el fondo, vivir de otra forma. Hay que buscarse la vida, como todos. En ese sentido creo que los poetas somos muy normales. Yo no me quejo, porque hago lo que me gusta y de vez en cuando incluso gano algo de dinero con ello. Creo que quejarse es malo, siempre. En vez de quejarse hay que cambiar e impulsar el cambio. Eso ya es otra cosa.


[...]


¿Cuáles son tu referentes poéticos contemporáneos? (si es que los tienes).

¡Hola! Pues son muchos, Juan Antonio González Iglesias, Antonio Colinas, Abraham Gragera, Alberto Santamaría... Hay muchos.






Blog del autor

viernes, 15 de noviembre de 2013

Etéreo


Sin esclarecer

Vivía en un suburbio
sin esclarecer.
Las paredes no son grises,
las ventanas no son tristes,
la cama estaba sin barrer.

Era el viento una serpiente
con suerte de escoba sin tejer,
estaba escondida la suerte
en una pregunta sin hacer.

Entonces, un día de nada,
un cuando sin especial porqué
nadar, se hunde y no acaba,
no muere más que arrugas en la piel.

Ahora vive en un suburbio
de un suburbio sin esclarecer.
Las paredes no son grises,
las ventanas son amanecer.





SpNt2005 – 15/11/2013

Columns



 (Vía Ssega)


¿Una partida?

Echo de menos la Sega Mega Drive.





martes, 12 de noviembre de 2013

La Guerra de los Mundos



No hay arma más poderosa que la imaginación.

Si a una imaginación normal, es decir, poco desgastada por la edad o la muerte, se le añade un relato sobre extraterrestres que podría empezar a escucharse desde la primera media hora, una adaptación radiofónica impecable y el tono periodístico del joven locutor, a posteriori uno de los genios cinematográficos del siglo XX... desde luego, nos invaden los marcianos.

Huelga de hambre


La gente no lo sabe, pero la gente con hambre en realidad está en huelga de hambre contra el hambre.

Ventolera


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(Vía Bored Panda)

Tienda de libros londinense después de un bombardeo aéreo, 1940


jueves, 7 de noviembre de 2013

La evolución humana en 4 minutos






Un paseo rápido por nuestra historia evolutiva.

Cucharilla


El tiempo a cucharadas

Transcurrir en banquete o hambruna,
vida
requerida, dulce, insatisfactoria,
limitada a intermitencias
como lo está una cucharilla,
liviana, ligera
sólo contiene lo que no rebosa,
agujero en potencia.

Quedaría expuesto, opuesto
el contenido
del continente mismo
expresado en el reflejo de su retrato.

Transcurrir, virtud o tragedia
no saber para qué es esto
de ser humano.



SpNt2005 – 7/11/13