jueves, 29 de septiembre de 2011

Bipolar

Caras

Anverso (I)



El anverso del amor son cuatro pupilas suicidas,
cagadas de miedo, escondidas bajo una cama siempre deshecha,
que juegan a limar a besos sus patas, hasta dejarse morir aplastadas por la felicidad.

Un jardín recostado en los brazos de una primavera,
un aire que viene de otro sitio que no existe, que no es aire,
que es aliento de lluvia, tientos de la locura escondida detrás de las cortinas.

Temblores de guerra en la orilla del mar. Ritmos delicados.
Retales de angustias cosidos por unos nuevos labios
encubren los aullidos de la luna las noches de lobos satisfechos.

Las horas anteriores y posteriores al mundo están invitadas,
sólo es preciso encontrar una sonrisa cómoda para jugar a reordenar las estrellas.




Reverso (II)

El reverso del amor es un lugar oscuro,
es el sitio de los golpes directos,
el lugar donde los besos no dejan adivinar sus trayectorias.

Es oscuro sin embargo, es negro, es ceniza,
el rincón donde duerme el fénix, detenida su hazaña
para descansar lo que dura un reloj, a la espera de la curiosidad.

Las pesadillas se delimitan por los campos vírgenes
en los que un día hubo caricias, y nada más.
No ha vuelto a pisar otro latido una hoja caída de otro otoño que no sea el suyo.

Este año no han quedado centímetros ni segundos
que no hayas tocado ya con tus sábanas limpias.




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Inocente observador externo

"Para nuestro análisis, el punto clave es que la "guerra secreta" del general Rose (británico) en pro de los serbios en el mismo campo de batalla no pretendía alterar la relación de las fuerzas militares, sino preparar el terreno para una diferente percepción narrativa de la situación: la "verdadera" actividad militar estaba aquí al servicio de la narrativización ideológica. E, incidentalmente, el suceso clave que funcionó como una especie de punto tope para poner de cabeza la perspectiva existente de la guerra de Bosnia, y que trajo consigue su (re)narrativización despolitizada, presentándola como una "catástrofe humanitaria", fue la visita de François Mitterrand (presidente francés) a Sarajevo en el verano de 1992.


guerra de bosnia, compasión
Uno incluso está tentado a considerar que el general Rose fue enviado a Bosnia para concretar, sobre el terreno mismo, la visión de Mitterrand del conflicto. Es decir, hasta esta visita la perspectiva predominante del conflicto en Bosnia seguía siendo política: centrada en la agresión serbia, el problema era la agresión de la ex Yugoslavia contra un país independiente; tras la partida de Mitterrand, el acento se desplazó hacia el aspecto humanitario. Allí se estaba desarrollando una guerra tribal salvaje, y lo único que quedaba por hacer a un Occidente civilizado era ejercer su influencia para calmar las pasiones exacerbadas y ayudar a las víctimas inocentes con alimentos y medicinas... Fue precisamente mediante sus gesto de compasión hacia la población de Sarajevo como la visita de Mitterrand asestó un golpe decisivo a los intereses bosnios, esto es, resultó un factor esencial de la neutralización política en la percepción internacional del conflicto.

O, como lo dijo en una entrevista el vicepresidente de Bosnia Herzegovina, Ejup Ganic, "al principio nos alegró recibir la visita de Mitterrand, confiando en que fuera un indicio de una verdadera preocupación por parte de Occidente. De repente, sin embargo, nos dimos cuenta de que estábamos perdidos". No obstante, el punto clave es que esta mirada del inocente observador externo para quien se escenificaba el espectáculo de la "guerra tribal de los Balcanes", tiene el mismo carácter "imposible" que la mirada de los niños abortados nacidos en un mundo alternativo en el cuento esloveno contra el aborto: la mirada del observador inocente es también en cierto modo inexistente, pues se trata de la mirada neutral imposible de alguien que se exenta falsamente de su existencia histórica concreta, es decir, de su partipación real en el conflicto bosnio."


Palabras

Enlace

(Vía Biblioteca IES Murgi)

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