domingo, 13 de enero de 2013

Aaron Swartz

Hay nombres que uno conoce demasiado tarde. No es mi intención escribir una (ninguna) entrada ideológica, pero parece que defender el acceso a documentos de forma gratuita representa un problema, no solo político.


(Vía Boing Boing)

He estudiado durante toda mi vida en una universidad pública, entendiendo que los recursos que se ponían a mi alcance tenían origen en todos aquellos que pagan sus impuestos. Quizás esto me llevó a establecer una relación entre el origen de mi trabajo y, en el fondo, su propiedad. Todo lo que he creado durante este tiempo es libre, puede ser descargado, compartido y reutilizado. Y seguirá siéndolo, aunque algunos puedan considerarlo algo infantil, descuidado o una estupidez desde el punto de vista económico. Es una cuestión de valores. Sólo pido a cambio una cita. Ni siquiera enlace. Citar a fin de cuentas, significa reconocer que uno no lo sabe todo y que compartir también forma parte de esto que llaman internet, una herramienta creada para decir "Hello world". 

Aaron Swartz participó en el desarrollo de RSS (para obtener contenido actualizado de una cadena de contenidos) con 14 años, colaboró en el desarrollo de Reddit (organizador de enlaces en función de su popularidad), Watchdog, Jottit y Open Library. Desarrolló Web,py y creó Infogami. Además, participó en el lanzamiento de Creative Commons y formó parte del W3C (World Wide Web Consortium), el organismo internacional encargado de velar por la compatibilidad y estandarización de lenguajes y formatos para hacer la web accesible a cualquier persona desde cualquier dispositivo. 

Después, fue capaz (y digo fue capaz) de descargar millones de archivos de bases de datos científicas y jurídicas de pago. JSTOR (publicación científica) y PACER (Public Access to Court Electronic Records), con sentencias judiciales. Peleó por la neutralidad de la red y el derecho a compartir archivos sin correr riesgo de ir a la cárcel y creó Demand Progress


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Aaron hablando en una concentración anti-SOPA en Nueva York, 18 de enero de 2012. 



(Vía Alt1040)


Tenía la sentencia de un juicio pendiente para esta primavera, por lo de hacer públicas cosas de pago y tal, aunque fueran cosas como Ciencia y Justicia, conocimiento o seguridad. En concreto, hasta 35 años de cárcel y una multa de un millón de dólares. Según su amigo, Cory Doctorow, también llevaba un tiempo arrastrando una depresión.

Para el que no conozca el caso en profundidad, en septiembre de 2010, Aaron Swartz se conectó desde la red del MIT a JSTOR (un enorme repositorio de artículos científicos) y descargó alrededor de 4 millones de documentos con el objetivo de liberarlos (aunque no llegó a hacerlo) y, aunque JSTOR se mantuvo en un papel discreto (retirando su demanda) y el MIT mantuvo una cómoda neutralidad, el Gobierno de Estados Unidos actuó de oficio.
(Vía Alt1040)

La familia, de hecho, cree que ese juicio es la causa principal del suicidio:







"Official statement from family and partner of Aaron Swartz 
Our beloved brother, son, friend, and partner Aaron Swartz hanged himself on Friday in his Brooklyn apartment. We are in shock, and have not yet come to terms with his passing.
Aaron’s insatiable curiosity, creativity, and brilliance; his reflexive empathy and capacity for selfless, boundless love; his refusal to accept injustice as inevitable—these gifts made the world, and our lives, far brighter. We’re grateful for our time with him, to those who loved him and stood with him, and to all of those who continue his work for a better world. 
Aaron’s commitment to social justice was profound, and defined his life. He was instrumental to the defeat of an Internet censorship bill; he fought for a more democratic, open, and accountable political system; and he helped to create, build, and preserve a dizzying range of scholarly projects that extended the scope and accessibility of human knowledge. He used his prodigious skills as a programmer and technologist not to enrich himself but to make the Internet and the world a fairer, better place. His deeply humane writing touched minds and hearts across generations and continents. He earned the friendship of thousands and the respect and support of millions more. 
Aaron’s death is not simply a personal tragedy. It is the product of a criminal justice system rife with intimidation and prosecutorial overreach. Decisions made by officials in the Massachusetts U.S. Attorney’s office and at MIT contributed to his death. The US Attorney’s office pursued an exceptionally harsh array of charges, carrying potentially over 30 years in prison, to punish an alleged crime that had no victims. Meanwhile, unlike JSTOR, MIT refused to stand up for Aaron and its own community’s most cherished principles. 
Today, we grieve for the extraordinary and irreplaceable man that we have lost."

En Remember Aaron Swartz podéis leer los mensajes que la web está dejando a sus familiares y amigos.

También ha tenido efecto su fallecimiento en Twitter. Miles de científicos han publicado los enlaces a sus investigaciones bajo el hashtag "#PDFtribute". 


A continuación, copio y pego el Manifiesto de la Guerrilla Open Access (traducida por Soy del Bierzo):

"La información es poder. Pero como todo poder, hay quienes quieren mantenerlo para ellos mismos. La herencia científica y cultural del mundo entero, publicada durante siglos en libros y revistas, está siendo digitalizada y bloqueado su acceso por un puñado de empresas privadas. ¿Quieres leer los documentos que muestran los resultados más famosos de la ciencia? Deberás enviar grandes cantidades [de dinero] a editoriales como Reed Elsevier. 
Están aquellos que luchan para cambiar esta situación. El Movimiento Open Access ha luchado valientemente para garantizar que los científicos no pierdan sus derechos de autor, sino que, en vez de eso, asegurar que su trabajo sea publicado en internet, bajo términos que permiten el acceso a todo el mundo. Pero, incluso en el mejor de los escenarios, esto solo se aplicará lo que publiquen en el futuro. Todo lo anterior a ahora se habrá perdido. 
Eso es un precio muy alto a pagar. ¿Obligar a los investigadores a pagar para leer el trabajo de sus colegas? ¿Escanear bibliotecas enteras pero solo permitiendo que sea leído por el personal de Google? ¿Facilitar artículos científicos a aquellos que están en universidades de élite del Primer Mundo, pero no para los niños en el Cono Sur? Esto es escandaloso e inaceptable.
“Estoy de acuerdo”, dicen muchos, “Pero… ¿Qué podemos hacer? Las empresas que tienen los derechos de autor generan una gran cantidad de dinero cobrando por el acceso, y es perfectamente legal – no hay nada que podamos hacer para detenerlos.” Pero hay algo que podemos hacer, algo que ya se está haciendo: podemos contraatacar. 
Aquellos con acceso a esos recursos – estudiantes, bibliotecarios, científicos – se os ha concedido un privilegio. Tiene la oportunidad de alimentarte en este banquete de conocimiento, mientras el resto del mundo se queda fuera. Pero no necesitáis  – de hecho, moralmente, no debéis – mantener este privilegio para ustedes mismos. Tenéis el deber de compartirlo con el mundo. Tenéis: intercambiar contraseñas con colegas de profesión, realizar las peticiones de descarga de amigos.
Mientras tanto, los que se han quedado fuera no están de brazos cruzados. Os habéis estado infiltrando por los agujeros y saltando vallas, liberando la información bloqueada y compartiéndola con amigos. 
Pero toda esta acción sucede en el oscuro y oculto mundo “underground”. Se le llama robo o piratería, como si compartir esta riqueza de conocimiento fuese el equivalente moral de saquear un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no es inmoral – es un imperativo moral. Solo aquellos cegados por la codicia rehusarían dejar a un amigo hacerse una copia.
La grandes corporaciones, por supuesto, están cegadas por la codicia. Las leyes bajo las que operan así lo requieren – sus accionistas se rebelarían por ganar menos. Y los políticos a los que han sobornado, aprobando leyes que les conceden el poder exclusivo de decidir quien puede hacer copias. 
No hay justicia en acatar leyes injustas. Es hora de salir a la luz y, en la gran tradición de la desobediencia civil, mostrar nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública.
Debemos obtener la información, donde quiera que esté almacenada, hacer nuestras copias y compartirla con el mundo. Debemos recopilar material que no tenga derechos de autor y añadirlo al archivo. Debemos comprar bases de datos secretas y colgarlas en la Web. Debemos descargarnos publicaciones científicas y subirlas a las redes de intercambio de archivos. Debemos luchar por la Guerrilla Open Access. 
Si somos los suficientes, alrededor del mundo, no solo vamos a mandar un fuerte mensaje de oposición a la privatización del conocimiento – vamos a convertirlo en algo del pasado. ¿Te nos unes? 
Aaron Swartz 
Julio 2008, Eremo, Italia"






Me retiro a reflexionar, todavía con la frase de su amigo Cory en la cabeza, 
Living people can change things, dead people cannot.
Hay cosas que el tiempo sólo puede llevar a cabo, y una sociedad en la que la información que sale de las instituciones públicas esté disponible en línea gratuitamente es posible, justa con los inversores del capital (ya que nos ponemos capitalistas) que la ha producido y necesaria. Internet es un océano de información, es cuestión de tiempo que la información pública llegue a nuestras costas.

Gracias por el RSS, por Open Library y por Creative Commons. Aaron, no sé qué habría hecho sin ti.

Be open.

Actualización: Si quieres, ya puedes descargarte las 18.592 publicaciones científicas de JSTOR 

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Actualización  -  22/9/14

The Internet's own boy: The story of Aaron Schwart; un documental sobre la vida de este pionero de la world wide web


Disfrútenlo.