martes, 1 de diciembre de 2009

Diario

Ella sabía que había terminado su turno, su tiempo allí estaba acabado. Habían pasado la noche jugando a hacerse daño sin querer ver el blanco de su pared como una tregua, ni siquiera las lágrimas pudieron evitar los destrozos del alma. Se levantó de la silla, le dio la espalda con la suavidad con la que una ola de mar vuelve a las fauces del océano, y no quiso volver a saber nada de él.

No se preocupó por la despedida. No giró la vista antes de cerrar la puerta con llave.
Él se quedó solo. La ventana se había quedado abierta. Empezó a llover.
A su vuelta, pudo ver que no estaba tan sola, seguían sin correr la tinta las lágrimas de su diario. Al fin y al cabo, lo último que había escrito eran tres puntos suspensivos.



Rubén Darío

Último poema de Cantos de vida y esperanza (1905)

- XLI -


Lo fatal

A René Pérez

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...






"Había reparado usted en que muy pocos eligen su nombre, sino que la mayoría lo recibe por azar. Félix Rubén Darío García Sarmiento es nombre demasiado mudo que la unión de Rubén, mi nombre de pila, con el nombre de mi tatarabuelo Darío utilizado ahora como patronímico, me sonó bien. Es un nombre exótico, entre bíblico y persa.

[...]

Con 14 años ya era conocido en toda Nicaragua. En 1882 inició mi “destino viajero”, aunque el viaje fue corto, a la vecina república de el Salvador. Pero este viaje me resultó muy provechoso porque gracias a la métrica de los poetas elásticos. Ambos conocimientos, a los que permanecí fiel durante toda mi vida, pese a mis innovaciones métricas, me resultaron sumamente útiles. Por la literatura francesa empecé a hacerme cosmopolita, pero el conocimiento de la literatura clásica española impidió que me convirtiera en un “snob”, como si fuera un argentino que se aboba en París."




"Ya he dicho en otra ocasión -- afirma en un comentario sobre Mariano de Cávia -- mi pensar respecto a eso del periodismo. Hoy y siempre, un periodista y un escritor se han de confundir. La mayor parte de los fragmentarios son periodistas. ¡Y tantos y otros! Séneca es un periodista. Montaigne y De Maistre son periodistas en el amplio sentido de la palabra. Todos los observadores y comentadores de la vida han sido periodistas."




Eso es lo mismo en todos los países. Siempre lo extranjero es lo mejor.


Fragmento de La última entrevista con Rubén Darío (1909)


Archivo Rubén Darío (Colección digital de la Universidad Complutense de Madrid)

2.221 documentos digitalizados, transcritos y clasificados, procedentes del Archivo Rubén Darío.

Economía

Todos tenemos la visión de la economía como algo entero capaz de poner precio a cualquier cosa. Incluso a nuestro tiempo, y seguido de eso, el resto. ¿Cuándo ama un chino en una fábrica de Nike si no es mientras se arriesga a no cumplir la economía de unas zapatillas cada 30 segundos? ¿Cuándo llora un niño minero de Costa de Marfil si sus ojos están siempre secos por el polvo del hambre?

No me puedo quejar,... estas preguntas eran para reírme de la seguridad de mi voz cuando decía que era pobre. Ahora más que nunca soy consciente de que tendré que vender mi tiempo para agradecer todo el que me han regalado mis padres.

Ahora más que nunca, mi tiempo es caro.