- XLI -
Lo fatal
A René Pérez
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
"Había reparado usted en que muy pocos eligen su nombre, sino que la mayoría lo recibe por azar. Félix Rubén Darío García Sarmiento es nombre demasiado mudo que la unión de Rubén, mi nombre de pila, con el nombre de mi tatarabuelo Darío utilizado ahora como patronímico, me sonó bien. Es un nombre exótico, entre bíblico y persa.
[...]
Con 14 años ya era conocido en toda Nicaragua. En 1882 inició mi “destino viajero”, aunque el viaje fue corto, a la vecina república de el Salvador. Pero este viaje me resultó muy provechoso porque gracias a la métrica de los poetas elásticos. Ambos conocimientos, a los que permanecí fiel durante toda mi vida, pese a mis innovaciones métricas, me resultaron sumamente útiles. Por la literatura francesa empecé a hacerme cosmopolita, pero el conocimiento de la literatura clásica española impidió que me convirtiera en un “snob”, como si fuera un argentino que se aboba en París."
"Ya he dicho en otra ocasión -- afirma en un comentario sobre Mariano de Cávia -- mi pensar respecto a eso del periodismo. Hoy y siempre, un periodista y un escritor se han de confundir. La mayor parte de los fragmentarios son periodistas. ¡Y tantos y otros! Séneca es un periodista. Montaigne y De Maistre son periodistas en el amplio sentido de la palabra. Todos los observadores y comentadores de la vida han sido periodistas."
Eso es lo mismo en todos los países. Siempre lo extranjero es lo mejor.