jueves, 16 de diciembre de 2010

Wikileaks y el periodismo

julian assange, wikileaksPermítame abrir los apetitos con la pretensión de no ofender paladares.

Hay muchas definiciones de Periodismo, más ahora que intenta redefinirse para adaptarse a las nuevas tecnologías.

Relacionadas todas necesariamente con la comunicación de información. Soy nuevo en esto, y como aún no sé hasta qué punto puedo ser considerado periodista y sigo intentando aprender a cocinar, aprovecharé analogías culinarias para intentar explicar qué es esto de Wikileaks y si es, o no, periodismo.

En este contexto, hacer periodismo es cocinar. El periodista debe administrar sabiamente los diferentes ingredientes y sazonarlos con su dominio del lenguaje; posteriormente el maquetador del medio se encargará de emplatarlo y el camionero de llevarlo humeante como el aliento de un quiosquero a las siete de la mañana.

Hasta ahora, en la mayoría de casos, el cocinero ha sido también el encargado de cazar. A sabiendas que debía adaptarse al paladar de los clientes y el propietario de los locales, tenía serias dificultades para salir de una dieta estrictamente cárnica.

Un periodista debe llevar un primer plato, segundo y el postre al papel. Como puedes imaginar, hay poco lugar para vegetales, visto está que muy pocos periodistas pueden sobrevivir gracias a unas pocas cosechas al año, y sólo unos pocos latifundios informativos dedican sus beneficios al periodismo de investigación.

Sucesos, ruedas de prensa en las que no se admiten preguntas, catástrofes naturales, notas de prensa de empresas o instituciones, pánicos virales,... carne de la peor calidad por mucho Bach o Tchaikovsky que hayan escuchado los pollos antes de acabar en la sartén: Fast News.

¿Es periodismo Wikileaks?


No lo creo. Wikileaks es un proveedor de privilegio. Los gobiernos del mundo han estado sembrando hectáreas y hectáreas de información secreta. Wikileaks ha sido el primero, y seguro que no el último, en tener la capacidad de garantizar el anonimato de los recolectores, sus fuentes; lo que sumado a la sapiencia de su fundador, Julian Assange, han formado un proveedor asombroso.

Podría haber hecho un buffet libre y dar a todos y cada uno de los ciudadanos acceso a los 250.000 documentos, hasta destruirlos a todos del empacho; pero no, ha preferido confiar en cinco restaurantes, como no, de cinco tenedores aunque sólo sea por historia: The New York Times (EE.UU.), Der Spiegel (Alemania), Le Monde (Francia), The Guardian (Reino Unido) y EL PAÍS (España).



Entrevista a Pepe Cervera

Son muchas las razones

- Los platos están disponibles en los idiomas europeos, los principales protagonistas de los cables.

- Al ser sólo cinco, hay que prestar atención a un solo medio por país para acceder a la información, reduciendo el escaparate y, por tanto, el exceso de información.

- El cocinero experimentado es el más conocido. Wikileaks aparece en 2006, hace cuatro años, y no es conocido más allá del entorno de internet. Su fama la ha ganado gracias a los grandes chefs televisivos.

- También es el más curtido en el aceite hirviendo, y en sus manos tiene el riesgo de no poner en peligro la seguridad nacional y de las fuentes.

- ¿A qué chef no le gustaría jugar con delicatessen? ¿Qué chef se atrevería a no servirlo a sus estimados clientes?

- Los documentos se disgregan, no están concentrados en un solo lugar, es imposible destruirlos.


... y sólo alcanzo a unas pocas estanterías de

Consecuencias

- El impacto de la información no es directo. Los ingredientes son cocinados con el estilo culinario propio de su región. Además, Wikileaks no ha publicado nada. Sólo lo ha filtrado a los medios de comunicación, tal y como lo hizo W. Mark Felt "Deep Throat" (Garganta Profunda) en los años 70, cuando ayudó en la investigación del caso Watergate, publicado por el Washington Post; y cuya identidad se conoció 33 años después del caso. Sin duda el plato estrella del año.

- El impacto no es anecdótico. Contextualizar exige tiempo, y con tanta información, los periodistas pueden tomarse el lujo de dedicarle más tiempo a los fogones, permitiéndose el lujo de preparar entre varios unos pocos platos exquisitos, con una frecuencia diaria y prolongada en el tiempo.

- Cada día mejora la dieta, y la salud informativa, de los ciudadanos.


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El periodismo en la era Wikileaks a debate. De izquierda a derecha, Borja Bergareche, de Abc; el director de EL PAÍS, Javier Moreno; Ignacio Escolar; Alicia G. Montano, de TVE; Giles Tremlett, de The Guardian y Javier Bauluz, de Periodismo Humano, ayer, durante su intervención.

Ver Primera Parte (y siguientes)

En una mesa redonda celebrada el pasado 14 de diciembre, una asistente agradeció a Javier Moreno, director de El País, que volviera a interesarse por su contenido. No dice mucho a su favor, pero sí se siente satisfecha, y eso es lo importante. Julian Assange dijo que su éxito era el fracaso de la prensa, que Wikileaks había publicado más documentos secretos que la prensa mundial en los últimos tres años. Poco se puede cocinar si no se invierte en la tierra.

Wikileaks, por tanto, sólo es un almacén de suministros. Y puede costarle un precio muy alto. Julian Assange puede ser periodista y estar protegido por la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos:
El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades; o que coarte la libertad de expresión o de la prensa, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente, y para solicitar al gobierno la reparación de agravios.
o espía; y ser condenado por Ley de contraespionaje de 1917, que puede condenarlo por publicar datos
"con la intención o con razones para creer que esa información será usada contra EE.UU. o beneficiará a una nación extranjera"
Lástima que no sea comunista y no queden en el ambiente los humos de la guerra fría. Ahora sólo puede ser eso, anti-americano, o terrorista. Los comensales deciden.

Visto está que la gorda y flatulenta política no quiere compartir el trabajo que tantos años de esfuerzo le ha costado (que podría publicar los documentos, aunque sea con los tachones que tradicionalmente gasta), y que ha contado anteriormente, por qué no decirlo, con el beneplácito de muchos grandes chefs a la hora de diseñar el menú.

¿Esos mismos medios publicarían un cable que demostrara que sus altos directivos accedieron a ocultar o manipular cierta información?

¿Sabemos quiénes son esos altos directivos? Para conocer el origen de los grandes medios españoles, vendría bien el último libro de Pascual Serrano, Los traficantes de la información. Ya va siendo hora también, por qué no, de sanear un poco la cocina.

En definitiva, quizás lo más importante no sea si Wikileaks es periodismo o no, sino agradecerle el placer de permitirnos atisbar el sabor de la Libertad.




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Respecto a este festín, hay que decir que no podría darse en otros países del mundo como China o Irán, ya que no disponen de esta "maquinaria de gestión de documentos clasificados". Pepe Cervera cree que Wikileaks aprovecha las debilidades que plantea la naturaleza misma de esta maquinaria, que se ha desarrollado en occidente principalmente.

Por tanto, no podríamos hablar de un "destape" global. Además, la comunicación cuántica, con unas capacidades de seguridad muy superiores, podrían hacernos regresar a la situación inicial.

Síndrome

Esta es una de esas cosas que sólo puedo conocer a través de las redes sociales. Cosas de no ver la televisión. En ningún momento desde que empecé con este blog pensé en publicar nada, absolutamente nada sobre Belén Esteban, "la tía que se hizo famosa por tocarle la churra a un torero". Ella no es la protagonista, pero sirve de base para una carta de una profesora de Historia.


El síndrome Belén Esteban


Como profesora, las preguntas de los alumnos que más me cuesta responder convincentemente son sobre porqué hay que estudiar cosas que a ellos les parecen inútiles o absurdas, como la Historia o la Geografía. Yo tengo claro qué me aportan a mí, pero de todas las razones que hay para estudiar estas cosas, yo les hago hincapié en lo necesarias que son estas disciplinas para comprender el mundo en el que viven: las coordenadas de espacio y tiempo, que al fin y al cabo son las que tratan la Geografía y la Historia , nos ayudan a conocer el sitio que ocupamos en el mundo y a comprender de dónde vienen todas nuestras realidades. Que todo eso les puede parecer ajeno y absurdo, pero que muchas de las cosas que estudian tienen que ver con su vida real y que, quieran o no, les afectan.

Por ejemplo, ¿quieres saber por qué tienes a tu lado a un compañero que viene de Ecuador? ¿por qué habla el mismo idioma que tú? ¿quieres entender por qué un señor, por nacer con el apellido Borbón, va a ser "rey" y el Estado Español le va a dar mucha pasta (que vendrá de los impuestos que tú pagues de mayor)? ¿por qué lo que digan unos señores europeos en Bruselas va a repercutir - y mucho - en tu vida? Todo eso es geografía. Todo eso es Historia.

Algunos entienden qué quiero decir, otros no. Yo no llevo mal las preguntas, las protestas... son críos. Es normal. Donde me desarman del todo y me dejan sin respuestas es cuando me dicen que todo eso les da igual. Que para qué quieren saber dónde está Marruecos, si no van a ir nunca. Para qué conocer el tipo de elecciones que hay en España, si ellos no tienen la intención de votar jamás. Que les resbala que haya una guerra en Irak, que media África se esté muriendo de hambre o que la Unión Europea diga "bla". Si ni siquiera les interesa eso, imaginaos lo complicado que me resulta hacer que se interesen por lo que hacían señores de hace cinco siglos, por muy apasionante que yo intente pintarlo.

Y, Lo que llevo peor con diferencia, es esa actitud de orgullo con el que exhiben su ignorancia y su cortedad de miras. Esa actitud de "no sirve para nada, no me interesa. Eso que cuentas y a lo que dedicas tu vida es una mierda. Yo quiero jugar a la Play / irme de compras al Centro Comercial y ya". La tienen conmigo, que enseño Historia, pero también que los profes de lengua, de biología, de matemáticas. El desprecio por los libros, por el Arte, por la Cultura , por las Ciencias... no es algo tan raro, y puede conmigo.

Últimamente esa actitud está más de moda que nunca. Tenemos una perfecta encarnación en la dichosa Belén Esteban, que no sabe nada, no quiere saber nada y se jacta de ello. La mala educación, la zafiedad y la ignorancia puestos en un pedestal día tras día. Todo el mundo la aplaude porque ella es "auténtica" (signifique lo que signifique eso). Conozco a mucha gente a la que le gusta ver a la Esteban y es curioso, porque hay toda clase de personas entre su público. Entre ellos, los que más me llaman la atención son dos tipos: la gente que tiene (o cree que tiene) más educación que ella y la ve como un divertimento, incluso algunos como un consuelo (yo soy mejor que ella), o los que son como ella, que han visto como la ignorancia y la mala educación también te pueden hacer triunfar en la vida y que hay que sentirse orgulloso de ello. Eso me da miedo: que se extienda y que sirva de ejemplo a más bobos, que opinen que el no saber nada es estupendo. Que el presumir de ser zafio e inculto se convierta en políticamente correcto y sea bien visto.



"Eh, que yo no quiero ayuda de nadie, que no necesito ayuda, leche" dice la Esteban en un momento de estos cuatro minutos de despropósitos. "Como yo no he pillado esa revolución -la industrial- tres narices me importa"- un argumento que podría haber empleado uno de mis peores alumnos.

En fin... lo grande es que estoy convencida de que la mayor parte del público (y muchos de los de las mesas) no tenían ni idea de que la chica estaba metiendo la zarpa hasta el fondo y más allá y reían y aplaudían porque lo decía el regidor.

Entendedme: yo no critico a la gente que no sabe. Yo no sé mucho de tantísimas cosas... tampoco creo que tenga que ser motivo de vergüenza el no haber estudiado, el no hablar correctamente o el tener lagunas de conocimiento. Lo que me revienta es la actitud contraria, la exhibición con orgullo de la ignorancia y el menosprecio a cualquier cosa que huela a sapiencia. Me duele el desprecio a la educación, en todos sus sentidos. Me duele... y me da una pena que me muero.