Hay muchas definiciones de Periodismo, más ahora que intenta redefinirse para adaptarse a las nuevas tecnologías.
Relacionadas todas necesariamente con la comunicación de información. Soy nuevo en esto, y como aún no sé hasta qué punto puedo ser considerado periodista y sigo intentando aprender a cocinar, aprovecharé analogías culinarias para intentar explicar qué es esto de Wikileaks y si es, o no, periodismo.
En este contexto, hacer periodismo es cocinar. El periodista debe administrar sabiamente los diferentes ingredientes y sazonarlos con su dominio del lenguaje; posteriormente el maquetador del medio se encargará de emplatarlo y el camionero de llevarlo humeante como el aliento de un quiosquero a las siete de la mañana.
Hasta ahora, en la mayoría de casos, el cocinero ha sido también el encargado de cazar. A sabiendas que debía adaptarse al paladar de los clientes y el propietario de los locales, tenía serias dificultades para salir de una dieta estrictamente cárnica.
Un periodista debe llevar un primer plato, segundo y el postre al papel. Como puedes imaginar, hay poco lugar para vegetales, visto está que muy pocos periodistas pueden sobrevivir gracias a unas pocas cosechas al año, y sólo unos pocos latifundios informativos dedican sus beneficios al periodismo de investigación.
Sucesos, ruedas de prensa en las que no se admiten preguntas, catástrofes naturales, notas de prensa de empresas o instituciones, pánicos virales,... carne de la peor calidad por mucho Bach o Tchaikovsky que hayan escuchado los pollos antes de acabar en la sartén: Fast News.
¿Es periodismo Wikileaks?
No lo creo. Wikileaks es un proveedor de privilegio. Los gobiernos del mundo han estado sembrando hectáreas y hectáreas de información secreta. Wikileaks ha sido el primero, y seguro que no el último, en tener la capacidad de garantizar el anonimato de los recolectores, sus fuentes; lo que sumado a la sapiencia de su fundador, Julian Assange, han formado un proveedor asombroso.
Podría haber hecho un buffet libre y dar a todos y cada uno de los ciudadanos acceso a los 250.000 documentos, hasta destruirlos a todos del empacho; pero no, ha preferido confiar en cinco restaurantes, como no, de cinco tenedores aunque sólo sea por historia: The New York Times (EE.UU.), Der Spiegel (Alemania), Le Monde (Francia), The Guardian (Reino Unido) y EL PAÍS (España).
Entrevista a Pepe Cervera
Son muchas las razones
- Los platos están disponibles en los idiomas europeos, los principales protagonistas de los cables.
- Al ser sólo cinco, hay que prestar atención a un solo medio por país para acceder a la información, reduciendo el escaparate y, por tanto, el exceso de información.
- El cocinero experimentado es el más conocido. Wikileaks aparece en 2006, hace cuatro años, y no es conocido más allá del entorno de internet. Su fama la ha ganado gracias a los grandes chefs televisivos.
- También es el más curtido en el aceite hirviendo, y en sus manos tiene el riesgo de no poner en peligro la seguridad nacional y de las fuentes.
- ¿A qué chef no le gustaría jugar con delicatessen? ¿Qué chef se atrevería a no servirlo a sus estimados clientes?
- Los documentos se disgregan, no están concentrados en un solo lugar, es imposible destruirlos.
... y sólo alcanzo a unas pocas estanterías de
Consecuencias
- El impacto de la información no es directo. Los ingredientes son cocinados con el estilo culinario propio de su región. Además, Wikileaks no ha publicado nada. Sólo lo ha filtrado a los medios de comunicación, tal y como lo hizo W. Mark Felt "Deep Throat" (Garganta Profunda) en los años 70, cuando ayudó en la investigación del caso Watergate, publicado por el Washington Post; y cuya identidad se conoció 33 años después del caso. Sin duda el plato estrella del año.
- El impacto no es anecdótico. Contextualizar exige tiempo, y con tanta información, los periodistas pueden tomarse el lujo de dedicarle más tiempo a los fogones, permitiéndose el lujo de preparar entre varios unos pocos platos exquisitos, con una frecuencia diaria y prolongada en el tiempo.
- Cada día mejora la dieta, y la salud informativa, de los ciudadanos.
El periodismo en la era Wikileaks a debate. De izquierda a derecha, Borja Bergareche, de Abc; el director de EL PAÍS, Javier Moreno; Ignacio Escolar; Alicia G. Montano, de TVE; Giles Tremlett, de The Guardian y Javier Bauluz, de Periodismo Humano, ayer, durante su intervención.
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En una mesa redonda celebrada el pasado 14 de diciembre, una asistente agradeció a Javier Moreno, director de El País, que volviera a interesarse por su contenido. No dice mucho a su favor, pero sí se siente satisfecha, y eso es lo importante. Julian Assange dijo que su éxito era el fracaso de la prensa, que Wikileaks había publicado más documentos secretos que la prensa mundial en los últimos tres años. Poco se puede cocinar si no se invierte en la tierra.
Wikileaks, por tanto, sólo es un almacén de suministros. Y puede costarle un precio muy alto. Julian Assange puede ser periodista y estar protegido por la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos:
El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades; o que coarte la libertad de expresión o de la prensa, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente, y para solicitar al gobierno la reparación de agravios.
o espía; y ser condenado por Ley de contraespionaje de 1917, que puede condenarlo por publicar datos
"con la intención o con razones para creer que esa información será usada contra EE.UU. o beneficiará a una nación extranjera"
Lástima que no sea comunista y no queden en el ambiente los humos de la guerra fría. Ahora sólo puede ser eso, anti-americano, o terrorista. Los comensales deciden.
Visto está que la gorda y flatulenta política no quiere compartir el trabajo que tantos años de esfuerzo le ha costado (que podría publicar los documentos, aunque sea con los tachones que tradicionalmente gasta), y que ha contado anteriormente, por qué no decirlo, con el beneplácito de muchos grandes chefs a la hora de diseñar el menú.
¿Esos mismos medios publicarían un cable que demostrara que sus altos directivos accedieron a ocultar o manipular cierta información?
¿Sabemos quiénes son esos altos directivos? Para conocer el origen de los grandes medios españoles, vendría bien el último libro de Pascual Serrano, Los traficantes de la información. Ya va siendo hora también, por qué no, de sanear un poco la cocina.
En definitiva, quizás lo más importante no sea si Wikileaks es periodismo o no, sino agradecerle el placer de permitirnos atisbar el sabor de la Libertad.
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Respecto a este festín, hay que decir que no podría darse en otros países del mundo como China o Irán, ya que no disponen de esta "maquinaria de gestión de documentos clasificados". Pepe Cervera cree que Wikileaks aprovecha las debilidades que plantea la naturaleza misma de esta maquinaria, que se ha desarrollado en occidente principalmente.
Por tanto, no podríamos hablar de un "destape" global. Además, la comunicación cuántica, con unas capacidades de seguridad muy superiores, podrían hacernos regresar a la situación inicial.