miércoles, 7 de abril de 2010

Palabrería

Quizás esta sea la semana en la que más cosas quiero escribir en este blog, y precisamente no me dispongo a hablar de ninguna; podría hablar de mi última experiencia en el viaje El Ejido-Madrid, sobre mi estancia en El Ejido o mi supervivencia temprana en Madrid, sobre el vídeo que estuve ayudando a montar anoche, sobre el próximo capítulo de Lluvia, sobre mi proyecto de libro, sobre mis dudas, sobre la carta que le he enviado a Eduard Punset después de haber asistido a una conferencia suya esta tarde, aquí, en Madrid, en esta isla desierta anegada por mares de gente, sí, quizás pudiera escribir sobre mí, sobre ti, sobre nosotros, sobre el tiempo que no estuvimos y el que no estamos, sobre el que no estaremos porque no queramos ser nosotros mismos y estemos esperando a hablarnos, cuando siquiera aún nos conocemos... quizás pudiera hablar de un sueño, del teatro, de la ironía, de la vergüenza,... quizás pudiera hablar de algo...

Pero no quiero hablar de nada, sólo de lo que no quiero hablar, de lo último que pienso, porque... ¿qué somos al fin y al cabo? Pensamos muchas cosas al día de las cuales no plasmamos en nuestra realidad ni una diezmilésima parte; pero lo que somos, por encima incluso de lo que hacemos, es lo último que pensamos al llegar a una cama, solitaria como un estanque sin visita en mitad de un océano desértico.