Es uno de los misterios que han revelado los avances tecnológicos. Lo sencillo de tomar una fotografía una vez a la semana se convertirá en un par de décadas en todo un viaje hacia los confines de la Historia. De nuestra historia. Descuartizaremos centímetro a centímetro la extensión de la arruga, la veremos derramándose por toda nuestra piel como un vaso de agua extendiéndose en la moqueta, reproducido a cámara lenta.
Es cierto. Mis amigos están cansados de contestarme dónde estaremos dentro de cinco años. ¿Estaremos en este mismo lugar, con el mismo vaso de vino asomándose a nuestros adentros? ¿Habremos cambiado sin haber envejecido?
Empiezo a creer que me estoy haciendo viejo, "ya no soy lo que era" se está convirtiendo en una de las ironías más socorridas... aunque hace bastantes años que juego a dibujar la cara anciana de la vida en las expresiones faciales de la gente, transformo el porte seguro de una mujer altanera de pasos gengiskahnianos en una pausada danza en torno a un bastón renqueante. Jugar me recuerda que sigo siendo un niño.
No es algo que me obsesione. Sólo me parece una de las cosas más curiosas, increibles, maravillosas e inquietantes de este misterio que es la vida.