¡Feliz año nuevo!
El 2012 podría haber sido peor. Y mejor. Al final, mi 2012 no ha sido más que lo que tenía que ser, lo que he intentado que sea, lo que los dineros han permitido que sea. He terminado algunas cosas de las que me siento especialmente orgulloso, pero a otras no ha dado tiempo y lo que es peor, no he empezado a ganar dinero.
Empiezo como termino. Sin muchas expectativas de futuro, más por desconfianza e idiomas que por capacidad, interés o voluntad. Yo quiero trabajar, pero no quiero trabajar para el que pone un precio a mi tiempo de obediencia y entrega interesada. No quiero vacaciones pagadas. No quiero tener miedo a que me echen porque el nuevo cobre menos, o porque cotice menos a la seguridad social, o porque sea el cuñado. No quiero tener miedo a callarme, a equivocarme y rectificar mil veces antes que mentir. Quiero ser un medio de comunicación veraz, a ser posible independiente. Lento pero eficiente.
Quiero ser Acta Verbum. Quiero pensar que no me he quedado solo aunque casi sea verdad por motivos que se me escapan. En el fondo, no hay motivo que me haga sentir más feliz que el saber que, aunque a veces me empeñe, nunca estaré solo (del todo); solo de esa soledad que mata por no saber a dónde ir.
Quiero aprender a ser yo, conocerme en mi propia forma de ser útil, ser socialmente necesario y que lo que obtenga a cambio no sea una limosna o una inversión a corto plazo. Soy estudiante (todavía), ciudadano, me quedan menos de 100 euros en el banco (lo justo), nocturno, presuntamente informado, soltero y sin compromiso, absurdo, (pre) periodista (98%) y poeta en potencia, temerario, sigo escribiendo, no me canso, no se cansen, sean felices.
Les espero.