Ayer solté una parrafada terrible sobre las posibilidades reales de cambio en la organización política de nuestro país.
El optimismo es contagioso, pero todo en exceso es malo. Hay un error grave.
"Si todos los ayuntamientos de los municipios con una población menor a la de Alcoy optaran por esta medida (presuponiendo que sus habitantes conocen y participan activamente con los objetivos del movimiento 15m),
casi dos de cada tres ciudadanos (63,24 %) más de la mitad de ciudadanos (53,13%) tendría algún poder de decisión en su ayuntamiento, siempre y cuando asistiese y participase activamente en las asambleas, lo que incluye tanto proponer como escuchar y valorar otras propuestas."
Hay un enfoque extra.
El movimiento parte principalmente de la juventud. Si tenemos en cuenta que la juventud se concentra en las grandes ciudades, con posibilidades de formación y trabajos mejor remunerados que en los pequeños municipios, el dato debería ser considerado a la inversa. Esto es, el cambio tiene que partir de los 119 municipios más habitados (
que Alcoy), que suman 22.665.523 habitantes, un 46,87 % del total de la población española.
El movimiento empieza en las plazas de las grandes ciudades, y se expande a sus barrios y a otros municipios. Pero el cambio real no llegará sin la otra mitad que representan los municipios con menos de 60.000 habitantes. Y ya se sabe, a menor número de habitantes, a priori, se tarda menos en llegar al consenso, aunque la cultura asamblearia es algo que sólo puede tener como base el respeto y la
educación.
El dato más importante no es una valoración mía, sino los datos del CIS, que concluyen que
7 de 10 españoles simpatizan con el movimiento 15m.