domingo, 13 de diciembre de 2009

Canela

Las gotas que no terminan de caer vuelven a enredarse en la piel.

La sal de los mares de sábanas viene del sudor que desprende el fuego de tus poros, supongo que por eso me gusta tanto embarrarme en tu tierra mojada, aspirar el olor a canela que se extiende en las pisadas del sol sobre tu cuerpo. No hay orilla que las borre ni sequedad que recorra su sabor.

Los besos que no terminan de caer, tristemente, mueren enredados en el aire que es aire, y ninguna otra cosa. Pena grande que no haya mares de correspondencias firmadas con carmín. Pena grande, yo ser nómada, y que tú jamás usases pintalabios baratos.