viernes, 9 de marzo de 2012

Blanca Andreu


Escucha, escúchame...

Escucha, escúchame, nada de vidrios verdes o doscientos días de historia, o de libros
abiertos como heridas abiertas, o de lunas de Jonia y cosas así,
sino sólo beber yedra mala, y zarzas, y erizadas anémonas parecidas a flores.

Escucha, dime, siempre fue de este modo,
algo falta y hay que ponerle nombre,
creer en la poesía, y en la intolerancia de la poesía, y decir niña
o decir nube, adelfa,
sufrimiento,
decir desesperada vena sola, cosas así, casi reliquias, casi lejos.

Y no es únicamente por el órgano tiempo que cesa y no cesa, por lo crecido, para lo
sonriente,
para mi soledad hecha esquina, hecha torre, hecha leve notario, hecha párvula muerta,
sino porque no hay otra forma más violenta de alejarse.











“La sociedad se equivoca idolatrando a los escritores”, afirma tajante. “Cuando alguien tiene algún tipo de estatus, parece que puede hacer cualquier tipo de canallada, y la sociedad se lo traga. Pero he conocido cosas en este mundillo que podrían tener incluso consecuencias penales”.


P.- Siempre lamenta que ganar el Premio Adonáis le hizo mucho daño. ¿En qué sentido?
R.- Porque entonces yo escribía para que me leyeran cuando estuviera muerta, como a Baudelaire. Pero de pronto me vi en el ojo del huracán, presionada por los medios, sin poder controlar mi imagen, viendo como cada uno escribía de mí según sus propios prejuicios. Ya entonces fui consciente de que igual que me estaban subiendo luego me iban a bajar.

P.- ¿Y quién la bajó?
R.- Cada generación poética nueva ataca a la anterior, es una ley literaria inexorable. Cuando llegaron los poetas de la experiencia intentaron acabar conmigo, porque había salido dos cabezas antes que ellos. Lo que más me molestaba es que me atacaran en el plano personal, con criterios extraliterarios, como por ejemplo cuando Benítez Reyes me llamaba “novicia de la poesía” o cuando Luis García Montero decidió vetarme, directamente.



“Sus templos blancos donde pacen caballos/ vienen del mundo de los pensamientos / como nosotros”. La poesía ¿dónde germina o dónde da más frutos, en el mundo de los pensamientos o en el de los sentimientos?
Alguien dijo que los verdaderos pensamientos son los sentimientos; el pensamiento poético sería pues la traducción de un sentimiento. Si estás petrificado, con la mente endurecida, sin sentimientos, eres como una máquina, un motor frío que en realidad no puede ponerse en marcha, ya que le falta el impulso, ese factor emocional que mueve en el fondo todo lo relacionado con la poesía.

[...]

¿Por qué la poesía que surge del dolor tiene mejor prensa que la inspirada por la dicha?
Es más fácil pintar con negros. Usar toda la paleta es algo que exige más maestría. Por otra parte, hay mucha gente que no es poeta y que cuando se siente muy mal escribe poesía. La poesía suele comenzar a escribirse como desahogo, por eso los adolescentes escriben poemas tan trágicos. Magnifican su dolor en verso. Es más fácil lamentarse que ir hacia otros planos de la realidad, así que no debería tener tan buena prensa.

Código de barras

codigo de barras, ean-13
Para que el comercio sea posible a gran escala, cada modelo de producto debe ser diferenciado del resto de una forma clara; un número para cada producto. Esto facilita la comunicación en la producción, el almacenaje y en la venta, en definitiva, en todo el proceso de vida de un producto. Un código de barras es la representación gráfica de un número que además nos ayuda a conocer la procedencia de un artículo.

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La necesidad de diferenciar los productos va más allá. Gracias a la aparición de las marcas (propiedad registrada) nos aseguramos de que estamos comprando al fabricante, que cumple con sus convenios para seguir vendiendo y con el destino final de nuestro dinero.

El proteccionismo económico significa que el estado limita el mercado a marcas extranjeras (por así decirlo); sin embargo, el librecambio hace más necesaria esta diferenciación en un mundo cada vez más globalizado. Por ello son tan importantes las patentes en el comercio.

Se habla de muchas propuestas para salir de la crisis, la más ocurrente es comprar productos de empresas españolas, para que el dinero "se quede en casa". Esta perspectiva se cierra sobre sí misma y tiene sentido cuando lo que se gana se queda en casa y lo de otros se sigue quedando en casa. Este modelo es erróneo, por cuanto mayor riqueza no implica un mejor reparto.



Yo preferiría un porcentaje mínimo de tiempo de publicidad en las cadenas privadas dedicado a empresas españolas. Como ventaja, se establece un mercado nacional para ese espacio publicitario, que beneficia a las empresas españolas, que tendrían que pagar menos. Como obligación, se someten a un control especial de sus impuestos.

Estaría bien hacer un experimento a ver cuántos productos del supermercado se producen en nuestro país.