En estos días ha quedado más que autodemostrada mi capacidad de transmutar fácilmente mi horario diurno al nocturno. En sólo dos días me acuesto a las 6 de la mañana, y no es del todo porque yo lo quiera... No he dejado de pensar en estos pocos días de descanso sobre qué hacer y cómo quiero que quede hecho lo que estoy haciendo ahora. Son demasiadas cosas para una sola cabeza.
Aún no estoy cambiando el mundo. Pero sigan sin tener demasiada paciencia.
Estas noches ha quedado expuesta por primera vez ante mis ojos la transcripción de una idea, de las pertenecientes a la categoría de benditos quita-sueños, a una página de este otro lado del mundo. Por primera vez las luces y sombras de la reminiscencia no han perdido del todo su silueta. He de sincerarme, me siento, en cierto modo, orgulloso. Quizá algún día la publique pero, quién sabe.
Sigan sin tener demasiada paciencia a la hora de ser ustedes mismos.
(Y escriban)