viernes, 6 de noviembre de 2009

Regalador

No pertenezco a esa categoría de los conocidos como "detallistas". Mi felicidad sería difícil de medir en la caducidad de una sonrisa (creo que escribí anteriormente al respecto).
Eso no significa que sea un tacaño. A pesar de mi modus vivendi impecune me considero un buen "regalador". Mi secreto reside en los significados.

Cuando un alguien le regala algo a otro alguien aumenta directamente su patrimonio material. Eso es inevitable. Intrínseco en el propio hecho. Ahora bien, no todos los objetos son sólo grandes pedazos de materia.

Concretando, yo sólo regalo símbolos.
¿Qué diferencia a un símbolo de un objeto cualquiera? Su significado.
Ésa es mi humilde especialidad.

Nunca he regalado cosas caras, ni excesivamente grandes o pesadas. Simplemente le aplico una fina capa de recuerdos de un valor incalculable. Es la única forma de que una amistad, una vida entera tenga cabida en una maleta.

En mi caso particular, el libro, la piedra, el muñeco japonés, la torre eiffel y la caracola no serían más que eso si no provinieran de mi tiempo, mis lágrimas, mi familia, mi libertad y mi patria.
Es lo único que yo he creado. Es lo único que sólo yo puedo darte.

Adolfo Castaño


Paisaje


La muchacha que sonríe con dentadura perfecta
gracias al dentífrico blanco
con una droga misteriosa y mágica,
está mirando desde su cartel,
pulcramente enmarcado en aluminio,
al joven que trasiega el mejor whisky
o al otro que fuma el cigarrillo que le hace diferente
y no reactiva el cáncer de garganta.

La sed tiene mil nombres amarillos,
naranjas, ocres, negros y sin agua.
Los ríos de refrescos, las cataratas
burbujeantes nos rodean, nos bañan.
Una espuma constante
sacia los labios secos de los hombres.

Pasan a cien. Cruzan a ciento veinte.
Adelantar seguros a los otros
con el coche automático.

Aquel que tiene sexo en el volante,
mejor hombría que ninguno.

Todo ello lo dicen los anuncios: Tu paisaje.






Inmortalidad

"No creo en la inmortalidad, ¿qué quiere que le diga? Pues ojalá pudiera creer en ella, porque ojalá el planeta pudiese presumir de ser inmortal..."
Francisco Ayala.

Descanse en paz.

Robo

El ladrón hizo tan bien su trabajo que si no hubiera sido por las flores, nadie habría creído que lo delató su mirada.