Podría ser viernes
Manzanas gigantes cayendo sobre el árbol.
Hay un aviso que nunca llega
y la sombra densa y soporífera,
derramada en la olla en la mano en el niño.
Lo sé. Ese rincón impropio está vacío,
lleno de suspiros de alcance inmemorial
y sin embargo, es martes y no llueve.
El temblor, la sospecha = el pulso, la tala.
Como la llave se construye el escondite,
como las cerraduras están hechas las guerras.
Cada día el mundo es menos mundo,
y el día es menos mundo y menos día y menos todo.
Vana es la esperanza del silencio nuevo, lo sé,
y vano el calor si no es esta mañana,
atrapado en una vela que ilumina
y arde mientras se apaga.
También hoy podría ser viernes,
un viernes lluvioso de 1212.
El fuego ablandaría los terrones de castaño
hidratado por los siglos de los siglos.
Mientras horas largas como la lluvia que no llega,
fría por los hijos de los nietos, que no limpia
esta sangre negra en la que retozamos.
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