De Sonetos amorosos (1936)
Encuentro en ti la luz estremecida
Encuentro en ti la luz estremecida
y un honesto temblor siempre soñado,
vibrando en juventud, limpio y alado,
un bienestar de soledad henchida,
y estos ojos de hierba humedecida
que cumplen su mirada, armonizado
el viento y el celeste azul logrado,
como un jardín bajo la brisa herida.
Yo te he buscado, amante, en el tranquilo
encendimiento firme de tu frente,
como triste abandono de azucena,
y te encuentro, presente, en el sigilo
de mi ágil corazón, tan dulcemente
ungido por tu voz loca y serena.
«Luego, al terminar la guerra, coincidimos también -incluso creo recordar que yo llegué antes- en la prisión habilitada en la calle de Torrijos (hoy del Conde de Peñalver). Miguel Hernández llegó tres o cuatro días después y allí convivimos durante cinco meses, cuando Hernández salió para una efímera libertad. En esta prisión es donde escribió las Nanas de la Cebolla y creo que fui el primero en leerlas. La deuda literaria que tengo con Miguel Hernández es la de haberme dado la idea de escribir algunas nanas yo mismo.»
- ¿Qué destacaría de todo aquel ambiente cultural previo a la guerra civil?
- Para mí, el fenómeno más importante de los años precedentes a la guerra civil creo que fue la Universidad, que contaba con un profesorado que yo creo no existió, junto, en ninguna parte del mundo. En aquella facultad de Filosofía y Letras impartían clases Ortega, Menéndez Pidal, José Gaos, Zubiri, Montesinos y Américo Castro, entre otros, y en donde, al mismo tiempo, era posible asistir a un recital de poesía de Pablo Neruda presentado por Federico García Lorca.
Fragmentos extraídos de El fenómeno más importante antes
de la guerra civil era la universidad