Del siglo XIV al XIX
"A mediados del siglo XIV, la lírica castellana empieza a cobrar vida propia. En cuanto a la escrita en galaico-portugués va escindiéndose a dos, a medida que se diferencia el lenguaje: la gallega y la portuguesa. La suerte de la segunda no es ahora de nuestra incumbencia. En cuanto a la primera, sufrió, a partir de esta fecha y hasta el siglo XIX, una notable postración que corre parejas con la postración de Galicia como reino. Esto es importante tenerlo en cuenta: la enemistad política entre Castilla y Portugal acentuó, a partir de la batalla de Aljubarrota (1385), la separación de campos que hasta ahora había estado confusamente deslindados. Galicia, habiendo decaído las peregrinaciones a Santiago y desgarrada por la miseria, la anarquía y las luchas intestinas, pasaba a ser ya, de un modo decidido, la hermana pobre y sometida de Castilla, y, a tenor de los intereses políticos de ésta, se desgajaría progresiva e irremisiblemente del tronco portugués.
En la guerra entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, Galicia tuvo aún un conato de querer reincorporarse al tronco madre al tomar partido por doña Juana, es decir, por Portugal. Los Reyes Católicos, una vez vencedores, se lo debieron hacer pagar caro, como se desprende del duro comentario que hace Zurita en sus “Anales”: “En aquel tiempo -dice- se comenzó a domer aquélla tierra de Galicia.” Hasta sin representación en Cortes se la dejó; había de ser Zamora, en adelante, quien hablase por ella, y ya en el siglo XVI, los documentos oficiales habían dejado de redactarse en la lengua del país. Esta pérdida de personalidad política continuaba patente en el siglo XVIII, en el cual Galicia sirvió a la causa de Felipe V, que era la del centralismo, y a la del Archiduque, que no sólo era la de Portugal, sino la de otras regiones como Aragón, Valencia y Cataluña, conscientes de estar defendiendo su autonomía y sus fueros.
Pero, al menos el siglo XVIII, al propagar lentamente por Galicia como por toda España el culto a la verdad y a la razón, había de comenzar a desentumecer los ánimos postrados y prepararlos para un resurgimiento que no tardaría en llegar. No hay que olvidar que, aun cuando no escribiera en lengua gallega, gallego fue el escritor más preclaro de este siglo, el que arremetió valientemente contra rutinas y supersticiones: el padre Feijoo. Y a un ilustre discípulo suyo, al padre Sarmiento, se deben los primeros esfuerzos conocidos por hurgar en la rica tradición lingüística y literaria de Galicia. Nadie antes de él había llamado la atención sobre un asunto que particularmente nos interesa ahora: el de la influencia -hoy totalmente reconocida- que los trovadores gallegos tuvieron en la lírica de Castilla."
Fragmento extraído del prólogo de
Ocho siglos de poesía gallega. Antología bilingüe
Selección y prólogo de Carmen Martín Gaite y Andrés Ruiz Tarazona.