Después de estos incidentes, el ministro salió a defender a las Fuerzas de Seguridad del Estado, España en este caso. Durante el intento simultáneo de varios cientos, miles, de inmigrantes violentos armados con piedras... Aquí falta algo. Al parecer los primeros vídeos de las cámaras de seguridad emitidos en televisión tienen cortes, no se puede discernir el orden de los acontecimientos, presumiblemente a conveniencia del citado ministro.
Posteriormente, una tal Cecilia Malmström, comisaria de Asuntos de Interior de la Unión Europea, “acusó” según los medios de comunicación, a la Guardia Civil como responsable de las muertes de los inmigrantes. Se refería, según la propia Cecilia, a las declaraciones de las ONGs que atienden a los inmigrantes a uno y otro lado de la valla. Mientras algunos tertulianos la acusaban de ignorante por ser autóctona de un país friolero, la minoría absoluta de la convenida bancada socialista solicitaba la resolución del ministro de Interior. Para entonces la Fiscalía General del Estado ya había solicitado y disponía de los vídeos completos para llevar a cabo la investigación y “depurar” responsabilidades, como suele intentarse en estos casos.
Lo cierto es que algunos cadáveres flotaban en el mar, otros aparecieron tras varios días.
Entonces todos empezaron a lanzar balones fuera. Ceuta y Melilla, las dos ciudades autónomas de España, en territorio africano, y con alrededor de 80.000 habitantes cada una, pedían ayuda al Gobierno del “asalto a la valla”, que a su vez pedía ayuda a Europa. Supongo que para conseguir dinero.
Su mejor idea es invertirlo en más policía, mejores armas, cincuenta metros más de valla, concertinas, drones que disparen rayos láser... cualquier cosa que sea necesaria para evitar que los citados negros, porque así los llaman, crucen la frontera; así llaman a la valla. O si no, para que las mafias que se aprovechan de los citados negros y algunas embarazadas negras, dejen de aprovecharse de que África sea un gran continente de refugiados de todo tipo.
“No es de extrañar que afloren sentimientos de extrema derecha”, me dice un amigo, “con esto de los inmigrantes”. A su parecer, el Ayuntamiento debe ocuparse primero de los ejidenses y después de los extranjeros; y la Diputación primero de los almerienses, y la Junta primero de los andaluces, y el Gobierno primero de los españoles y la Europa primero de los europeos y después... ¿quién se ocupará del planeta?
Lo cierto es que algunos cadáveres flotaban en el mar, otros aparecieron en la orilla.
Teniendo en cuenta que la Unión Europea comenzó como un acuerdo comercial, su argumento político acorde al beneficio económico fue el evitar postreras guerras, y para eso se adoptó, entre otras cosas, el espacio Schengen, que permite a ciudadanos de la Unión Europea circular libremente entre los territorios de los países miembros.
Sin embargo, muchos ciudadanos europeos como mi amigo o los suizos, no son sólo contrarios a los citados negros, también a búlgaros, rumanos... en definitiva, ciudadanos europeos. El argumento principal suele ser que esquilman los recursos públicos en sanidad, formación o ayudas al empleo. No suelen tener en cuenta que sus empresas más potentes se mudan literalmente a otros países (también a los europeos) para pagar menos impuestos o pagar salarios más bajos. Eso que bien podría definirse como aumentar la competitividad a la baja para multiplicar los beneficios y que se llama técnicamente "externalización de la economía".
El resultado en los países ricos de la Unión Europea es un descenso de puestos de trabajo estables (despidos masivos), una menor recaudación de impuestos de esas grandes empresas que son precisamente las que más evaden y, visto lo visto, una menor inversión en servicios sociales. Si a esto añadimos, en el caso de España, el requisito ideológico de reducir el déficit mientras los bancos se financian al tiempo que nos compran la deuda (y se forran), tenemos los mismos problemas de financiación con menos recursos a repartir entre un mayor número de personas diferentes entre sí, lo que nos lleva irremisiblemente al pobrismo.
Lo cierto es que algunos cadáveres flotaban en el mar, otros sabían nadar.
Porque seamos sinceros, en un país donde cada vez hay ricos más ricos y más pobres más pobres, lo que nos molesta no es que haya 40.000 inmigrantes escondidos en Marruecos esperando a saltar la valla. No nos molesta que cada vez usen botes más pequeños para no aparecer en los radares, ni los tres días de trayecto de pie en una barca hinchable. Sí, españoles y europeos, no nos molesta que les compremos su trabajo a cambio de armas o el apoyo a dictadores. No nos molesta el comercio injusto. No nos molesta que se queden en el camino las ayudas de cooperación al desarrollo o que falten cifras para las víctimas de la próxima catástrofe. Lo que realmente nos jode es que no sean negros con carteras sobresalientes, que no puedan comprarnos el rescate, que tengamos que acogerlos en medio de una crisis que ellos no han provocado. Lo que nos jode es que sean pobres en busca de trabajo; com nosotros. Que sean pobres por lo mismo, por lo que sus “patriotas”, paradójicamente, se han llevado a Suiza.
¿Cuál es la solución? ¿Cerrar la frontera? Si hoy hay 40.000 y no pasa ninguno, mañana van a ser más... Los citados negros ya saben lo que es la televisión, los teléfonos móviles e internet, sólo les faltan las oportunidades. Saben que en Europa vive gran parte de ese 20% de la población que controla el 80% de la economía. Solo se vive una vez; y en sus países de origen, la mitad.
Lo cierto es que algunos cadáveres flotaban en el mar, el resto... no me consta.