martes, 9 de febrero de 2010
Luz
Si la luna no quiere
Extiende el día sus párpados yermos para dormir
cuando la sombra se arrastra, se derrite
como una avalancha de grises, de miedo, cae
y exhala humo por la boca el horizonte.
La noche sueña con la luna y los cipreses,
la luna tiene fantasías pecaminosas con las farolas ciegas,
los relámpagos verdes afilados por las almas al desangrarse
caen a los abismos del hálito sin carne por las raíces. Tierra.
Quedan tristes y largas las noches de doncellas cobardes,
de prostitutas con corbata prestamista y vaginas gulosas,
tristes y eternas las horas sin princesa ni disfraces venenosos,
tristes y errabundos labios los que no recorren líneas de serpiente.
Sólo quedan largos y tristes sueños congelados a la intemperie,
cubiertos por sábanas de distancias y aire se atrincheran los gorriones,
la irreductible afrenta entre el tic tac y los sigilos de los corazones
cuando tus huellas y mi tristeza han devorado los amaneceres.
Y no amanece
si la luna no quiere.
Extiende el día sus párpados yermos para dormir
cuando la sombra se arrastra, se derrite
como una avalancha de grises, de miedo, cae
y exhala humo por la boca el horizonte.
La noche sueña con la luna y los cipreses,
la luna tiene fantasías pecaminosas con las farolas ciegas,
los relámpagos verdes afilados por las almas al desangrarse
caen a los abismos del hálito sin carne por las raíces. Tierra.
Quedan tristes y largas las noches de doncellas cobardes,
de prostitutas con corbata prestamista y vaginas gulosas,
tristes y eternas las horas sin princesa ni disfraces venenosos,
tristes y errabundos labios los que no recorren líneas de serpiente.
Sólo quedan largos y tristes sueños congelados a la intemperie,
cubiertos por sábanas de distancias y aire se atrincheran los gorriones,
la irreductible afrenta entre el tic tac y los sigilos de los corazones
cuando tus huellas y mi tristeza han devorado los amaneceres.
Y no amanece
si la luna no quiere.
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