Una luz se apaga, como si nada en mitad de todo. Como una mesa a la que se le rompe una pata sin jamás haber entrado a una biblioteca.
Una cojera de humildad.
Quizás llegue tarde y pronto siete mil millones de personas se habrán cansado de esperarse, ¿cuántos? Apretados. El estómago crujirá como un dominó de bosque.
Si quisiera evadir mi responsabilidad lloraría más a menudo. "Las lágrimas te impedirán ver las estrellas", sucias, también. No se levantan los brazos para tocar la Luna.
Cierro los ojos un segundo. Trago aire, nos transformamos mutuamente como una simbiosis de magia que me oxida. Me condena, y respiro, de pies y manos.
(Vía Habitación Propia)