El paladar se deshace,
se retuerce de placer
en tus labios de chocolate fundido.
Al volcán no le suda el aliento
con cualquier cosa.
El calor rompe a llorar las venas
en su encierro de distancias comprometidas;
el pálpito de caramelo, quebrado,
de memoria glacial.
No me beses
si no es para enseñarme
a caminar sobre canela en llamas.
No me beses.
No me arrastres a los incendios de tu cuerpo
si piensas soltar mi mano,
dejar el sol empedrado de infiernos.
6/8/2010