miércoles, 13 de enero de 2016

Juegos de lenguaje

Al igual que los juegos de lenguaje, los significados de una palabra también constituyen una familia. Para formarnos un concepto en torno a esa palabra habrá que tener en cuenta a todos los miembros de su familia, es decir, habrá que observar y tomar buena nota de todos los usos de la palabra, pues, de otra forma, nuestro concepto va a pecar de simplón y en ese caso puede ser que, en lugar de alumbrar, nos ciegue. Al fin y al cabo, así aprendemos las palabras. Habrá que preguntarse: ¿cómo hemos aprendido el significado de la palabra bueno?, ¿mediante qué ejemplos?, ¿en qué juegos de lenguaje? Entender la palabra bueno implica saber cuándo y cómo usar oraciones como "esta paella está buena" o "este picasso es bueno" y distinguir entre "mi hermana es buena" y "mi hermana está buena". Nuestro concepto de "bueno" debe recoger todos esos usos de la palabra y muchos más. ¿Cómo logramos hacerlo? Aprendemos el concepto en el lenguaje, en juegos de lenguaje concretos, como el de la valoración estética en la clase de Historia del Arte o el de la cocina de la casa familiar. A lo largo de toda nuestra vida, en todos los contextos, somos adiestrados en el uso del lenguaje, en sus reglas. Y quien nos adiestra es el propio lenguaje, a través de todos sus ejecutores. Si hubiera que señalar un dios en la filosofía del segundo Wittgenstein sería la gramática. Aunque probablemente sería más correcto hablar de dioses, las reglas del lenguaje, y entonces la gramática sería la única teología posible.

Fragmento extraído de La consciencia del límite, de Carla Carmona.




Sólo prosa, y si es mala


La traducción de mayor envergadura de todas las abordadas -y concluidas- por Rilke es sin duda alguna la del poema épico medieval La canción de Igor (el título completo es Canción de la banda de Igor). En la carta a Sofía Shil de febrero de 1900, Rilke da la primera noticia de ese trabajo, que no concluirá hasta muy avanzado el año 1904. Aunque se trata de un poema, Rilke hizo la traducción en prosa. Sin duda alguna, Rilke advirtió la proximidad de este canto medieval y La canción de su Alférez Christoph Rilke: en ambos hay amor, lucha, heroísmo, derrota, y todo ello centrado en un joven militar.

Otros poemas traducidos por Rilke eran obra de esocritores del siglo XIX: Mijail Lermontov, Nikolai Berg, Alexei Tolstoi, Zinaida Hippius, Fiodor Tchutjev, Spiridon Drojin. También tradujo, sin hacer constar su nombre -porque así se lo pidió la traductora del drama de Fiodor Sologub Rehenes de la vida-, los poemas que forman parte de la obra teatral. Lo que Rilke busca en todos los casos es el traslado de los valores poéticos a su idioma propio. Sacrifica la literalidad y recrea el poema. La palabra alemana nachdichten -que tanto gusta a Marina Tsvietáieva- no tiene equivalente español: es algo así como repoetizar, convertir un poema en otro, en un verdadero poema escrito en un idioma distinto -no en un texto inexpresivo escrito en renglones cortos-. Rilke era muy consciente de que traducir poesía -en sentido estricto- es una tarea imposible. "Sólo se puede traducir la prosa, y cuando es mala -dice en una carta a su editor Anton Kippenberg-; pero ni siquiera la mala poesía puede traducirse, porque los poemas son cosas en que cada palabra, la determinación de cada palabra y de su tono, está fijada de una manera tan exacta y segura, que si no se acierta en ella, todo se desajusta y se desatina"

Fragmento extraído de Rusia en verso y Prosa, edición de Antonio Pau