viernes, 23 de noviembre de 2012

El precio de la Justicia

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Desde ayer es más caro hacer justicia, para ser justos. Al parecer el problema de que los juzgados estén hasta arriba de papeles es por falta de presupuesto, no por falta de informatización (que no siempre es sinónimo de comprar más y mejores ordenadores).

Al parecer, la culpa de que la justicia vaya despacio es de que hay muchos delitos, de que somos muy malos y es demasiado barato recurrir... No tiene nada que ver con el número de casos a los que tiene que dar solución un juez en un año, ni los tropecientos mil folios por caso de corrupción o malversación de fondos. Nada que ver que la justicia, ya antes de esta reforma, era poco igual para todos.


Ayer entró en vigor y por Real Decreto Ley, una mala costumbre que se pone de moda cada mayoría absoluta.

Como esto es nuevo para mí, enlazo una entrada de un blog que explica bastante bien esto de la reforma de las tasas judiciales y que os recomiendo encarecidamente.

El Ministerio de Justicia calcula que los ingresos anuales por la recaudación de las nuevas tasas judiciales ascenderán a 306 millones de euros, frente a los 164,4 millones de euros que se recaudaron en 2011 por este mismo concepto. Menos justicia para un injustificable afán recaudatorio.




La justicia lenta no es justicia, pero la justicia cara es injusta. No es culpa del pobre ser pobre, ni siempre es culpa del pobre que un rico lo denuncie.


Termino con un chiste:

Érase una zona rural, campestre, de florecillas y abejas zumbantes. Érase que un potro se amamantó de una vaca contra toda naturaleza y pronóstico. Manuel, propietario de la vaca, reclamó al potro como suyo, dando por sentado que su pureza provenía de la más blanca leche. Pepico, propietario de la madre yegua del potrillo, reclamaba la propiedad de la vaca por haber entrado a su cerca, donde la vaca seguía alimentando al futuro caballo. Viendo que no podían resolver la disputa ni separar a la vaca ni al potro, no sabían que hacer. Llegó la noticia a oídos de un importante abogado.

El abogado fue primero a la casa de Manuel y le dijo, "contrátame, la justicia es justa con los justos y está claro que la vaca es tuya, y que el potro, crecido por su simiente, debe ser tuyo". Manuel, convencido, decidió contratar sus servicios. El abogado fue después a la casa de Pepico y le dijo, "contrátame, la justicia es justa con los justos y está claro que el potro es tuyo, y que la vaca ha entrado en tus terrenos a sabiendas que sus pastos son más frescos, ambos deben ser tuyos". Pepico, convencido, decidió contratar sus servicios.

La esposa del abogado, viendo que su marido había prometido lo mismo a los dos campesinos, preguntó preocupada a su marido, "Antonio, has prometido a uno y otro lo mismo, ¿cómo piensas defender la justicia para ambos?"; a lo que el abogado respondió, "¡calla María! Ya verás como la vaca y el potro al final son nuestros".


Ni puta gracia, lo sé.