Tus dedos quedan lejos
Tus dedos quedan lejos,
lejos de mis palabras,
ésas que nunca llegué a enviarte,
que he enterrado en el cajón con llave
y clavan sus uñas y se revuelven
dentro de mí,
dentro como una sombra sin esmalte.
Aún no me he atrevido a firmar ninguna,
no me atrevo con el tacto de tus dedos,
la ilusión de verlos desplegar el papel;
no me atrevo
a poner en juego la caducidad del amor,
los sellos de correos de precios obsoletos
y centenarios efímeros.
Tus dedos quedan lejos.
Y está lloviendo sequía.
Me dirijo hacia direcciones
que no existen.
No sé siquiera qué sentido tienen los remites
de un nómada cuyo mundo es tu oasis...
A estas horas tu corazón
debe ser una frontera
que no admite invitados sin paraguas,
sin excusas.
Empapados por la sequía.