sábado, 10 de septiembre de 2011

Lector

He dicho muchas veces que mi manera de entender el periodismo literario consiste en suponer, al momento que estoy escribiendo, no tanto que manejo la pluma cuanto que mantengo una conversación, de inmensurable radio, con todos esos amigos invisibles, incógnitos y para mí innominados, que son los lectores; bien que aquellos con quienes me propongo conversar no pueden en el acto enmendarme el yerro o atajarme si incurro en prolijidad enfadosa. Voy a confesar, con la mano sobre el pecho, tacto pectore, more sacerdotali, que este concepto del periodismo coloquial, mejor dicho, esta sensación de estar hablando con alguien que escucha atento el sentido crítico en alerta (cual sucede en la buena sociedad), los adquirí casi inmediatamente después de haber comenzado a colaborar en La Prensa, aquí, en estas mismas columnas dilectas. Ya desde mi primer artículo, recibí no pocas respuestas, observaciones, comentarios, en cartas particulares, unas veces anónimas, otras rubricadas. Gran alivio para mí fue esto de que me llegasen de rechazo voces suscitadas por mi voz. El público, para el escritor de periódicos, debe ser como un espejo; no el espejo de la vanidad, donde contemplarse con satisfacción y acicalarse y ensayar posturas, sino el espejo de la conciencia donde verte reflejado y estudiarse de continuo, con infatigable ánimo de dicilidad y perfección.


Fragmento de El periodismo literario, de Ramón Pérez de Ayala

(Pérez de Ayala inició su colaboración en el diario La Prensa de Buenos Aires en 1914 como corresponsal de la Primera Guerra Mundial y siguió vinculado al diario argentino durante toda su vida)

el lector, ferdinand hodler, thyssenEl lector, de Ferdinand Hodler

Internet (1996-2011)

Muchas cosas en internet han cambiado desde entonces.