martes, 26 de octubre de 2010

Nube

Una avalancha que arranca de cuajo las espinas hacia una sonrisa de dientes grandes, y no niega porque sólo puede aceptar lo que ha llegado a sus manos, más grandes que su memoria, como caído de un cielo que viene de arriba, abajo y centro, que tamiza la realidad, extrae licor de sol del aire que llena sin vaciar los pulmones del todo en ningún momento, siempre empapados, chorreando una curiosidad pueril. Formar parte del fuera al completo. Se desvanecen los segundos en punto en una cascada de energía fluyendo en imaginaciones abiertas a los parpadeos fugaces del universo dinámico, en movimiento al ritmo de cambio, en una posición propia única y privilegiada para dar el siguiente paso, perteneciente una vez más al camino pactado con la felicidad. Estirar las piernas y saltar sobre un suelo como cama sólida que los matices de la fantasía otorgan de elasticidad. Volar sin separar las puntas de los pies del suelo, sentir las nubes como una extensión del cuerpo. Olvidar durante un instante cómo arrastrar.

Bosques

bosques, venta, extinción, gran bretañaHoy concluye un ciclo dentro de la sociedad humana. De igual forma que un árbol acumula anillos por año, el ser humano acumula avenidas y calles en su expansión por la superficie terrestre.

Seré más claro, el gobierno británico ha puesto en venta el 50% de su reserva forestal. En total, 374.000 hectáreas (valoradas en casi 3.000 millones de euros a finales de los años noventa) que dependen de la Comisión Forestal, una agencia estatal dedicada a su preservación.

La Comisión Forestal fue creada en 1919 para preservar los bosques después de que 182.000 hectáreas fueran taladas para el desarrollo de la guerra submarina. Esta pérdida podría haber parecido pequeña en algunos países, pero representó un duro golpe para los recursos madereros del Reino Unido, los cuales (junto con los de Irlanda) se limitaban a una superficie probablemente inferior a 1.214.000 hectáreas de bosques.

La propuesta del gobierno británico incluye la semiprivatización de esta comisión junto al Servicio Meteorológico (Met Office), pionero en la investigación del cambio climático; y una reducción del presupuesto contra la contaminación.

El propio Ministerio de Medio Ambiente ha reconocido que no siempre será posible establecer en los contratos de venta el mantenimiento del acceso público a esos espacios verdes. Por tanto, lo más probable es que los árboles sean sustituidos por residencias vacacionales, campos de golf, parques de aventura y asentamientos comerciales una vez que la tierra sea vendida a compañías privadas.

Es relevante el hecho de que los terrenos en venta incluyen algunos "bosques viejos" (ancient woodland), como los de Dean o Sherwood, anteriores a 1.600 a. C. y con un increíble valor de biodiversidad, más allá de que el segundo forme parte de la leyenda de Robin Hood. En cualquier caso, esto hace posible una identificación emocional por parte de la ciudadanía, lo que influirá en la trascendencia pública del tema.

Como bien ha dicho Allan MacKenzie, secretaria de las Forestry Commission Trade Unions, "una vez que se vende, nunca volverá". Pensar lo contrario es un error, una vez que un papelito con números es el símbolo de un trocito de un mapa, nunca más volverá a recuperar su valor si pretende ser una inversión económica.

Es lo que ha hecho el ser humano desde el inicio de las sociedades, consumir recursos.

Allá donde hay un edificio, lo más probable es que desde hace siglos hubiera un árbol. El árbol ha sido talado y cada azulejo de cada acera ha sido colocado ahí por otro ser humano, de similares características al que nos vende el pan por la mañana, pero que probablemente lleve varios siglos en los huesos.

Expandirse, ya sea a costa de otras especies o tribus.

Quizás el último paso sea el ecocolonialismo. Y no me importaría si fuera la madera lo que está en juego, pero no es sólo eso, no es sólo los cuatro bichejos con nombres raros y desconocidos, es el oxígeno, es la vida.

Aún así, pese a saber que en 1916 era necesario medio planeta para abastecer a la población mundial, uno en 1990; uno y medio en 2007 y se estima que serán dos los planetas necesarios en 2030, no creo que lleguemos a necesitar tres en 2050.

Pese a saber que los españoles consumimos tres veces más lo que produce nuestro territorio... Tristemente, como un iluso que juega a la supervivencia, me engaño al abrir los ojos para imaginar que no es algo tan terrorífico pertenecer a la última tribu.


Carta

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.

Extraído de Carta del jefe Seattle, de la tribu Suwamish, al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, a propósito de la compra de los territorios indios.

(1985)

A propósito de la extinción.