viernes, 7 de enero de 2011

Segundo plato

La vela incendia una gota flanqueada por un círculo de luz. La oscuridad le mordisquea los bordes.

- Bésame.

La copa contiene 32 mililitros de vino de la tercera estantería, a la izquierda; expulsado de la botella hace más de cuarenta minutos. No se derrama más que el mantel sobre los muslos de los comensales, sin llegar a caer, retroceder por ninguno de sus extremos. Bocabajo.

- Bésame.

Han ido al hospital. Ha roto aguas a mitad del segundo plato. No han tenido tiempo de recoger la mesa. Una impaciencia perfila los restos de carmín en el cristal, arde una curiosidad inextinguible en el centro del estómago. El frío duerme con los ojos abiertos. Habla un calor de madre.

Pedro Salinas

De La voz a ti debida (1933)


[54]

No preguntarte me salva.
Si llegase a preguntar
antes de decir tú nada,
!qué claro estaría todo,
todo qué acabado ya!
Sería cambiar tus brazos,
tus auroras, indecisas
de hacia quién,
sería cambiar la duda
donde vives, donde vivo
como en un gran mundo a oscuras,
por una moneda fría
y clara: lo que es verdad.
Te marcharías, entonces.
Dónde está tu cuerpo ahora,
vacilante, todo trémulo
de besarme o no, estaría
la certidumbre: tu ausencia
sin labios. Y donde está
ahora la angustia, el tormento,
cielos negros, estrellados
de puede ser, de quizás,
no habría más que ella sola.
Mi única amante ya siempre,
y yo a tu lado, sin ti.
Yo solo con la verdad.




(Escojo esta, aunque me duela)