jueves, 1 de septiembre de 2011

José Moreno Villa


Después de todo eras tú lo que yo buscaba

En las letras de un cantoral,
entre la retama y el jacinto serrano,
en el ancho mar, en la taberna inquieta,
en el fondo de la copa verde,
después de todo eras tú lo que yo buscaba.
Pregunté muchas veces a las guías turísticas
dónde suspira el lugarejo ignorado por la epopeya;
pregunté a los filósofos por la llave del secreto;
fuí devorando pregunta a pregunta mi vida,
y después de todo resultas tú lo que yo buscaba.
Pude leerlo en mil detalles:
verte y enmudecer,
verte y olvidarme del mundo,
verte y hablar luego por las calles solitarias,
verte y sentir el cuerpo,
verte y huir hacia los confines de mí mismo.
Desmadejado y alma en pena,
imaginé que lo mejor era llorar en los ocasos,
leer los libros místicos
y contribuir a la redención de los débiles.
Y, en todo, en todo, en absolutamente todo,
no había más que la busca de tu persona.
Sí, después de todo eras tú la búsqueda.
Y aquí declino ya todo examen y toda crítica.
Tú, con tus faltas y tus sobras;
tú, con tu maravilloso complemento rubio a mi color de bronce.










Así lo describe Octavio Paz muy cervantinamente:
Discreto irónico, cortés, elegante en el pensar y el decir, la sonrisa entre amarga y afable, fue ante todo un hombre sensible, quiero decir, uno en el que la reflexión y la emoción no están reñidas.
[...]

Moreno Villa escribe:
Para mí es indudable que la peripecia de Nueva York opera un cambio profundo en mi poesía, como lo opera también más tarde la sublevación y la guerra civil. Aquélla, le presenta una soltura, o mejor, desenvoltura que nunca tuvo, y ésta un aplomo y una severidad que espero sean definitivos. Pero a pesar de tales cambios, la línea de intimidad y de concentración puede seguirse lo mismo en Puntos que no acaban, Salón sin muros, Puerta severa y La noche del Verbo (publicados durante su exilio en México), que en los libros anteriores . Esta línea tendrá más temperatura en unos momentos que en otros, pero es la misma.


Al poco de su muerte, decía Cernuda:

La pobreza, la ignorancia, la indiferencia de nuestro ambiente literario han hecho que este poeta sincero y tan auténtico no recibiera nunca la atención que por lo menos merece. Y en cuanto a esperar que las generaciones venideras enderecen la injusticia cometida en su caso, sería esperar demasiado: entre nosotros, la literatura no tiene, cuando la tiene, sino actualidad.







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