Niega fervientemente con la cabeza para ser convincente; pretende hacer de su sinceridad un valor seguro y no está dispuesto a pasar por alto la mínima oportunidad.
Niega todo aquello que no conoce para evitar posibles contradicciones. En estos tiempos en los que la ética está sujeta a los mercados (también) sale barato mentir. Niega porque cree que conoce lo suficiente. La ignorancia está hecha de oportunidades que no se deben dejar pasar.
Niega porque emplea palabras con significados que nunca utiliza. Ésas son sus armas.