Ni un solo acerbo de tentación
corre por sangre sin miedo.
Por eso, nunca le pedí a la luna
que levantara las faldas del misterio.
Nunca le guardé al sol
un secreto. Ni le robé un rayo
al árbol que respira los cielos
y exhala jardines prestados.
Nunca fui cruel con una estrella
ni la tapé ante tus ojos con un dedo.
No soy yo las espuelas del viento,
ni el cabalgo del río sobre las piedras.
Para que me entiendas,
quiero estar vivo,
quiero estar muerto;
quiero estar
-espontáneo y efímero-
contigo.
SpNt2005 – 30/8/12