No hay arma más poderosa que la imaginación.
Si a una imaginación normal, es decir, poco desgastada por la edad o la muerte, se le añade un relato sobre extraterrestres que podría empezar a escucharse desde la primera media hora, una adaptación radiofónica impecable y el tono periodístico del joven locutor, a posteriori uno de los genios cinematográficos del siglo XX... desde luego, nos invaden los marcianos.
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