jueves, 21 de noviembre de 2013

La crisis del cuarto poder




Durante 5 años de carrera sólo he conocido en clase una crisis del periodismo. Internet estaba acabando con el papel impreso, las grandes cabeceras estaban cerrando o temblando de miedo. No sabían mantener su tirada, clientela o poder de influencia, como queramos llamarlo.

La crisis del periodismo era entonces el periodismo digital, y había que encontrar nuevas fórmulas, nuevos mecanismos para llegar a la audiencia, ya fuera en papel, ordenador, tableta o móvil. ¿Lo mismo para todas las plataformas? Apenas se compra el periódico, pero los mayores no usan internet, y los smartphones estaban todavía en camino. 

Los grandes medios no sabían cómo mantener la inversión publicitaria cuando los jóvenes no leían el periódico (no hablemos de comprar) y la inversión publicitaria en internet estaba todavía débil, más por las poquitas grandes agencias publicitarias especializadas en medios digitales que por la falta de visibilidad de estos medios. Con páginas vistas diarias millonarias, conocidos de sobra por su marca, imagen corporativa, línea editorial o posicionamiento ideológico... no conseguían recuperar la inversión. Parecía fácil, sólo había que arrastrar al público y llenar la web hasta arriba de publicidad, así ganarían dinero y ¿seguirían siendo los mejores?

El problema entonces no era que hubieran dejado de ser los mejores, los más veraces, no; es que no podían invertir durante varios años en su evolución y había que pagar los intereses de deudas anteriores, la auténtica causa de los cierres. No había frescura para dar el salto, ni formación en cuanto a herramientas digitales se refiere. Había sólo una redacción y abordar el tema era un laberinto de duplicidades que han terminando en un periodista todoterreno en lugar del periodista especializado, tanto temática (tertulianos de teletienda) como profesionalmente (periodista multitarea: cámara, locutor, fotógrafo, montador, diseñador web, community manager...). 

Después, comenzaron a echar periodistas, o a prejubilarlos. Entonces empezaron a llegar becarios, mucho más dóciles. Entonces, descubrí cual era la verdadera crisis del periodismo:




Hacer tan bien tu trabajo que tengan que censurarte. O porque eres un enchufado, no tienes experiencia o tienes hijos, censurarte. Porque necesitas la pasta y otro lo hará en tu lugar.

Y créanme, esa crisis va para largo.

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