Ni a mano alzada ni con el Photoshop, qué le vamos a hacer. Quizás no sea el primero que piense que combinando ambas quizás mejoraría mi técnica, o al menos podría combinar la creación lejos del tembloroso puntero del ratón y una vez digitalizado el archivo, intentar hacer algún retoque con un clic allí, otro clic allá, hasta que al cabo de las horas, días y meses quedara algo medianamente decente.
Hasta ahora el único invento que conocía al respecto era una especie de tablet con un bolígrafo digital. Un dispositivo de entrada sobre el que se dibuja directamente sobre el programa de edición de imagen.
Pues bien, Wacom, una empresa dedicada a diseñar productos para resolver este tipo de entuertos me ha dejado estupefacto. El invento se llama Inkling, y es brutal.
Se puede dibujar sobre cualquier superficie, de forma que puedes guardar el dibujo y regalar el original. Por si fuera poco, puedes dibujar y guardar varias capas de una misma imagen. Por supuesto, no es perfecto, funciona por infrarrojos, por lo que pueden afectarle sonidos (inaudibles para nosotros) y la luz ultravioleta. Se puede recargar con el modelo universal de tintas de bolígrafo, pero tampoco se puede tocar la punta mientras se dibuja... Y al girar el papel sobre el que dibujamos, parece ser que también da fallos... así que habrá que esperar a próximas versiones para alcanzar la perfección.
Probablemente ni así aprenda a dibujar, sencillamente porque a dibujar se aprende dibujando. En cualquier caso, me parece la mejor forma que he visto hasta ahora de digitalizar la caligrafía.
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