lunes, 15 de agosto de 2011
Juan de Arguijo
A Narciso
Crece el insano ardor, crece el engaño
del que en las aguas vio su imagen bella;
y él, sola causa en su mortal querella,
busca el remedio y acrecienta el daño.
Vuelve a verse en la fuente ¡caso extraño!:
del agua sale el fuego; mas en ella
templarlo piensa, y la enemiga estrella
sus ojos cierra al fácil desengaño.
Fallecieron las fuerzas y el sentido
al ciego amante amado; que a su suerte
la costosa beldad cayó rendida.
Y ahora, en flor purpúrea convertido,
l'agua, que fue principio de su muerte,
haze que crezca, y prueba a darle vida.
Narciso, hermoso joven que desdeñó a todas las mujeres que se enamoraron de él; entre ellas, la ninfa Eco, quien, al ser rechazada deseó que el joven sufriese por amor, de la misma forma que lo hacía ella. Némesis, la diosa de la venganza, escuchó su ruego e hizo que Narciso se enamorara de la primera persona que viese. Cuando éste se acercó a beber a una clara fuente, su rostro se reflejó en ella y se enamoró de esa hermosa cara que veía. Consciente de que se había enamorado de sí mismo, lloró desesperadamente y poco a poco se transformó en una bella y luminosa flor.
Otros recursos: Vigilio en los sonetos de Juan de Arguijo (.pdf).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario