Péndulo
A la página.
Y no sé qué callarte,
cómo tapar tu boquita
de infidelidades,
cómo guardarme los susurros,
no los encuentre nadie.
No soltarlos,
no mecerlos en un neumático
atado a un árbol
anudado al suelo
que sobrevuelas,
una tormenta de arena
te acaricia los tobillos,
abre el apetito del agujero,
y no importa
la longitud del precipicio.
Empujar, empujar
¡más alto!,
y más rápido,
casi toca la rama
de primavera,
y el péndulo
saca la cabeza del reloj
y avisa:
"mi latido no varía
cerquita y lento".
Escribo obligado
a desconfiar,
me paga el descanso
con un cheque en blanco
sin más fondo
que el impulso
de la sonrisa en una niña
pilotando su columpio
de ensueño.
SpNt2005 - 31/1/11
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