“La medida del universalismo de Whitman hay que verla en dos planos. En primer lugar, el bardo americano se dirige a todos los hombres por igual. En segundo lugar, lo que dice de sí mismo y de su país -cabría afirmar con Kierkegaard- puede aplicarse a la humanidad entera. Es difícil no descubrirnos a nosotros mismos leyendo a Whitman; es imposible -por decirlo con frase de Ortega- que el gran poeta no nos plagie. Y esto, precisamente, levanta en el lector un gozo íntimo: el placer de saberse unido con el Hombre por el cordón umbilical de las experiencias no dichas hasta ahora. ¡Escuchar por fin la canción que no ha sido aún cantada! El placer de entendernos mejor gracias a las palabras con las que otro expresa lo que nosotros no sabemos decir.”
Extraído del prólogo “Walt Whitman, el poeta y su obra”, por Enrique
López Castellón;
del libro Hijos de Adán y Cálamo (dos partes de Hojas
de hierba)
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