Hay que seguir. Eso dicen los que están en camino de alguna parte, sepan o no qué hay al otro lado de todos los ciclos que intentamos predecir como turnos de ajedrez. De mayor quiero no dejar de ser pequeño. De pequeño, aspiraba a ser mayor como un mérito, y resultó ser eso que algunos llaman "una cosa natural".
Hace cinco días, Acta Verbum cumplió un año y hoy, este blog cumple dos. Es difícil imaginar por qué se nace con una vida incompleta y se suele estar equivocado la mayoría de las veces. Una ilusión se convierte en confianza y empieza a gritar para salir del agujero. La saco, me crece y me pide tiempo, y devoran como el hambre y la gula juntos los segundos muertos, y no duermo porque sueño en mi sueño.
Hay que seguir. Dos entradas más y llegaré a 1.000 entradas. Número redondo. Habría desconfiado de quien supiera la cantidad de veces que he pulsado una tecla con este motivo, esta excusa, poco importa; tú al fin y al cabo. He llegado a una bonita parte del camino y ahora descanso, leo de vez en cuando con el mismo temor de vacío.
Sólo pido un mes de vacaciones para balance de daños y puesta a punto. Después vuelvo, lo prometo.
Sólo un mes desconocido.
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