(Vía Penn Olson a través de Clases de periodismo)
Internet es una red de ordenadores conectados. Los ordenadores que actúan como servidores ceden su espacio de disco duro a cualquiera que les envíe una petición (visite una web, por ejemplo) desde cualquier parte del mundo. Al principio, los programas debían ser descargados e instalados en cada ordenador.
El cloud computing consiste en evitar eso. Disponemos de servicios a los que tenemos acceso desde cualquier ordenador con acceso a internet, no necesitamos descargar e instalar un instalador (setup.exe), todo está en la nube: imágenes, portal bancario, música, granjitas, vídeos, servicio de correo electrónico, tiendas virtuales, discos duros...
El servicio no es un programa informático, es una plataforma online.
No todo internet forma parte de la nube, sólo aquellos servicios gestionados por empresas con servidores enormes (Google, Amazon, redes sociales...); concretamente, un 56% de los servicios de la nube están dedicados al correo electrónico, seguido de fotografías (24%), aplicaciones (29%), datos y copias de seguridad (10%); y vídeos (7%).
Para ver su evolución, en 2005 la inversión en esta tecnología fue de 25,7 millones de dólares (5 proyectos de investigación), y en 2009, 374,8 millones (setenta proyectos). Sin embargo, el rápido crecimiento de la información en la web indica posibles problemas de almacenamiento en el futuro. En 2009, el 35% del contenido digital creado no podía ser almacenado en la nube, y se estima que aumentará al 60% durante la próxima década.
¿Podrán seguir almacenándose datos? Claro que sí, el problema es para los dispositivos móviles, que tienen una capacidad de almacenamiento más limitada debido a su reducido tamaño, que ahora depende de las tarjetas de memoria.
La tendencia es que podamos hacer disponer de esos servicios independientemente de la capacidad de almacenamiento de datos del ordenador que usemos, a salvo de posibles virus (siempre por ahora). El espacio lo pone internet, concretamente, muchos servidores de un mismo propietario.
Sin embargo, esto genera una situación de dependencia del usuario respecto a las grandes empresas, que son las que almacenan nuestros datos. Imaginemos que Facebook decidiera cambiar su política de privacidad, de repente, sus 500 millones de usuarios no están de acuerdo, y quieren irse, mandarlo al garete, ¿qué pasaría con los 2,5 billones de imágenes que se suben cada mes a sus servidores? ¿de quién es realmente esa información? Mientras, la web sigue creciendo.
Hace un mes, 1,9 billones de personas utilizaban la web, con una capacidad superior a 5 millones de Terabytes. Se suben a Youtube 35 horas de vídeo cada minuto (y subiendo) equivalente a 84.000 películas en una semana. Lo que tardan los editores (que hablan 273 idiomas diferentes) de la Wikipedia en publicar 10 millones de artículos.
Y subiendo... cada día se produce más información y aún queda mucha por trasladar a la web, véase el caso de la digitalización de fondos bibliográficos (.pdf), por ejemplo.
Hacia arriba, hacia el cielo. Que no llueva demasiado...
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