(Elegía, por todos los 11M de la Tierra)
¿A dónde conducirá ese camino alfombrado de cicuta
sino hacia el silencio de las ciudades lapidadas?
¿Qué será de nosotros los pacíficos?
¿Qué haremos los hombres-olivo
contra los extraños faquires
que duermen sobre espitas de bombas?
Si sólo somos pastores de palomas,
tejedores de banderas blancas,
comadronas de guardia que esperan
para alumbrar el trance del viviente exhausto.
Nosotros, los cirujanos acostumbrados
alargar el hilo de la vida, junto
a centinelas que esperan a la muerte
por los fríos pasillos de los hospitales,
para poner dos píos besos
sobre los venerados párpados de los difuntos.
¿Y qué será de las zurcidoras del alma y la ternura
nosotras, las que mecemos las cunas del hospicio
al son de una nana primitiva?
¿Qué será de los hombres-puente
cercados ahora por minas–mariposas?
Si somos segadores de alambradas,
jardineros de Babilonia,
protectores del jazmín y la azucena.
Nosotros, los sembradores de alfabetos
sobre las párvulas manos de inocencia.
¿Qué será de los guardianes de los faros
si los taladradores de sombras nos invaden
con sus guadañas del rencor y del espanto?
Sí, sólo somos panaderos, aguadores
que recorremos los miserables zocos de la Tierra
para ofrecer un trago a cambio de una limosna.
Mil millones de analfabetos ignorantes
de la cotización a la baja de nuestra sangre en bolsa
y de cómo los índices Nikeis
nos vampirizan a cambio de petróleo.
¿Qué será de los hombres-música
que llenaban las plazas con acordeones
de alborozo si ahora el viento sólo nos trae
el lamento fúnebre de las plañideras?
¿Qué será de nosotros los pacíficos,
los que aún creemos en el reino de Isaías,
los que aún lloramos,
los que tuvimos el sueño pródigo
del amor como bandera, si ahora sólo somos
los herederos descalzos de la Elegía?
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Esta poesía la escribió una antigua profesora de la madre de un amigo. No sé si ha publicado algún libro, esta en concreto, forma parte de una Selección (abierta) de Poesía Universal.
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