He visto arrastrarse la muerte entre los ojos de un niño con la languidez de un polluelo al caer de su nido.
Tras segundos y siglos, letras y páginas, gotas y ríos de sangre y tinta... serán eternamente ausentes y olvidados tantos epitafios en los libros de Historia, es tan caduco el recuerdo de una sonrisa y tan cotidiana su reducción a la insignificancia... que no puedo evitar llorar cada vez que creo tener alguna esperanza.
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