El 4 de septiembre de 2015 subí un experimento. Las tardes que tenía libres, después de varias horas lavando coches por una miseria, en mi pequeño paraíso en alquiler, me atreví a leer en voz alta. Era un libro que no había leído nunca de un autor sobradamente admirado a lo largo de varias etapas de mi vida.
El atrevimiento y la constancia tuvieron sus resultados y ese día subí el experimento. La deficiente calidad de sonido me hicieron plantearme repetir semejante desafío. El amor al arte es perentorio y equivocarse es aprender a esconder la ausencia de medios.
Después de un año, los comentarios me motivaron a seguir con esto de leer en voz alta. Ahora, ya sí, con unos cuantos audiolibros en la mochila, me complazo en invitarles a 'La tregua', lo mejor que sé, lo mejor que se ha podido. Es casi perfecto. El más cercano a ese imposible, que no es poco.
Sobre esta versión, decir que nada que ver con la primera. Quizás el acento es menos natural. Releer es revivir, reandar el camino. Ha sido mucho más fácil, más interesante olvidarse del trazado y mirar el paisaje por la ventanilla. Un placer.
A modo de apunte humorístico. Porque esto es en realidad una diversión. Os dejo con algunas tomas falsas.
Disculpen las molestias.
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