Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.
Antes que nada deberíamos hacernos la pregunta ¿qué es un libro? Llamamos libro a un continente y a su contenido. Hablamos de libros que se pueden tocar, que se pueden descargar; y de libros que forman parte de uno mismo, que nos pueden tocar.
De cuando en cuando voy descubriendo avances que hacen que un libro, el continente, sea algo más que un soporte para ideas, si no una idea en sí misma, un concepto, un objetivo. A continuación expondré los proyectos que me parezcan más interesantes en este sentido, es decir, esta entrada tiene espíritu de actualización, como tantas otras de este blog.
Desde Argentina, el libro árbol incluye entre sus páginas, literalmente, pequeñas semillas. El resto de materiales son totalmente biodegradables, así que después de leerlo infinitas veces, sólo hay que humedecerlo, enterrarlo y, con la suficiente agua y tiempo, verlo crecer.
El contenido es un libro para niños que trata sobre la importancia de los árboles y del cuidado de la naturaleza. No se pensó para vender, pero después de su creciente popularidad, no han faltado motivos para ponerlo a la venta bajo el título Mi papá estuvo en la selva.
El Drinkable Book está hecho de filtros. Mejor dicho, sus páginas son de fibra de café con nanopartículas de plata, que permiten la potabilización del agua. Theresa Dankovic, química de la Universidad McGill, es la madre de este invento. La intención es llegar a aquellos países en los que encontrar agua potable siempre ha sido o empieza a ser un problema. Actualmente la mejor opción son las pastillas potabilizadoras. Estas pastillas caducan y cada pastilla sirve para potabilizar un litro de agua, inconvenientes que hacen imposible su uso generalizado.
Este proyecto ha sido financiado por el método de crowfounding, es decir, gracias a la aportación de 74 donantes que creyeron en la idea. Surge gracias a Water is Life, una plataforma que pretende concienciar sobre la importancia del agua (paradójicamente necesario) y los problemas que generan la creciente desertización y la contaminación del agua.
En los próximos días compartiré con vosotros mi primer audiolibro. Para empezar, he escogido un libro que no conocía, La tregua, de Mario Benedetti, un autor que me encanta.
Para abrir boca, comparto uno de los momentos hilarantes del proceso. Es lo que tiene leer sobre la marcha... que se aprende mucho.
Cansado de debatir sobre las causas de la guerra civil... a medida que me hago mayor la entiendo cada vez más, y cada vez menos. Este reportaje, con guión de Buñuel, está dirigido a las naciones extranjeras, en petición de apoyo militar contra el golpe de estado a manos del ejército.
Todavía no había terminado la guerra. No sé qué pretendo con esto.