Me presento. Me siento cinco minutos antes y respiro en silencio. Miro el blanco, un rato solo y empiezo. Me presento sin demasiado esfuerzo, soltando lastre. Cansado de trabajos pero incansable por ellos y esa figura con su número de bolígrafo detrás, tan ambiciosa siempre y tan ambigüa en los detalles. Lo que no sabe esa profesora es que los nervios por saber qué significa tener jefe me adentran aún más en mi vida, y eso me contradice.
En Ágora Sol, Lourdes me presentó como el director de Acta Verbum y elogiaron la maquetación de la revista. Y le cambié el diseño porque disfruto construyendo una nueva etapa en su historia, con votos a favor y en contra. Lidia, la vecina, me ha pedido que le monte un videobook con su trabajo, porque me gusta montar y Escalonilla me está enseñando a hacerlo bien, desde el principio hasta el final. Y estoy empezando a acostumbrarme a eso de "poeta", pero sigo trabajando para que un día pueda darme por aludido. Álex, mi compañero de piso empieza a interesarse y comparte sus gustos conmigo, aprendemos de Neruda, Gelman, Juan Ramón,...
Es cierto, le dedico menos tiempo a la universidad del que debería. A vender libros. A ir de fiesta o de visita. Es poco pero así es vivir con prisa sin saber muy bien dónde habrá que llegar mañana. Quizás a la autosuficiencia, seguir trabajando para asegurarme poder elegir, llegado el momento.
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