viernes, 13 de agosto de 2010

Esperanza Ortega


En la hora desnuda

En la hora desnuda
sólo eso
un segundo de luz y paraíso

de aquellos que la amaron
sabe los rostros mudos y su temblor de ala
todos
juntos
abran el cofre y vea ella
esos diamantes escondidos

libres
al fin del cepo las palabras
que mansamente caigan esos copos
de nieve

sin red
en un segundo blanco
sobre el regazo de su mirada cobijados

de par en par
las dos puertas abiertas

sólo
un paso
decir adiós así

que el saco no se cierre
sin librarle a la voz de sus cadenas

tacto
y aire

encuentre allí esa voz
sus zapatos perdidos

al fin cerrado el círculo del mundo

en la hora desnuda
sólo
eso
un segundo de luz
y paraíso.






P. ¿Qué representa para usted la poesía?

R. Algo que va conmigo desde siempre… como aspiración, como anhelo. La poesía es la ilusión y la esperanza; el mejor poema aún no lo he escrito. Saber esto te empuja a seguir caminando. No recuerdo cómo era el tiempo en el que yo no tenía este deseo de concertar palabras, de expresar con ellas algo que está aquí y que no se ve, de hacer real lo que parecía una quimera.
Aunque la poesía también es peligrosa, hay que tratarla con mucho respeto, con cuidado, como si fuera una hermosísima bomba de relojería. Hay gente que se cree que la poesía sirve para pasar el rato, que los poetas estamos para entretener las horas perdidas. Y no es así. La poesía es riesgo, te empuja a internarte en lugares peligrosos, a hacerte preguntas sin respuesta, a mirarte en espejos comprometidos… pero también te ofrece un espacio de arena para descansar. Cuando terminas de escribir un poema te preguntas dónde estás, como el náufrago, adónde te ha llevado la marea. Es la gran aventura.

... implica un concepto, el de carrera literaria, que no va conmigo ni con la poesía. La carrera implica una meta posible, una competencia con los otros corredores, un camino predeterminado… La meta de la poesía es incierta, no creo que otros poetas busquen lo mismo que yo. Yo soy la única que puedo escribir mi poema, por eso no hay competencia posible.

Los poetas se pasaron siglos y siglos sin saber lo que era la rima. No lo sabía Safo, la primera poeta de nombre conocido, ni Horacio, ni Virgilio… En la Edad Media la rima servía para que el público analfabeto recordara de memoria el texto, por eso todo se escribía en verso entonces, la narrativa, el teatro y la poesía. Sólo la poesía se escribe hoy en verso, aunque también haya poesía en prosa e incluso poesía visual. Ahora un poeta puede hacer lo que quiera, hay una gran libertad. Y la rima ya no es obligatoria. Yo no he escrito nunca con rima mis poemas, aunque siempre he escrito en verso. (...) El problema no es encontrar rimas, el problema es tratar de que la poesía no se escape mientras te entretienes buscando las rimas.

Francisco Pino, un poeta al que yo quiero mucho, dijo una vez: “La poesía no se comprende, la poesía prende como una llama”. Yo no comprendo la poesía, ni quiero comprenderla. La poesía nos habla de una verdad que no se explica con el lenguaje habitual, de comunicación. Es la palabra de la naturaleza, de los insectos, de la arena o de la eternidad. Lo personal, que está en el origen, deja paso a otra presencia, a otra verdad que aparece al escribir. Puedes escribir el poema más alegre del mundo estando tú muy triste, puedes escribir algo armonioso cuando estás enfadadísima. Pero sin este enfado o sin esta tristeza no hubiera habido poema. El sentimiento es el aldabón que llama a la puerta de la poesía. Cuando abres la puerta… todo se transforma. Las metamorfosis no se comprenden, son inadmisibles, pero ahí están. Vicente Huidobro decía: “¿Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas! Hacedla florecer en el poema”. Eso es lo que persigue el poeta, que la rosa florezca, que las palabras dejen de pertenecer al lenguaje.

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