viernes, 30 de julio de 2010

Crónico

Puede considerarse la producción literaria como un estado latente de enfermedad, sujeto a alteraciones violentas de fiebre, con exaltadas crisis, alucinaciones y aplanamientos. Estas crisis de dudas y autodisminución suelen decidir más de una vocación o carrera literaria. ¡Cuántos han renunciado antes de tiempo, por no poder superar el aplanamiento y esta terrible, insidiosa duda del propio valer! Sólo resisten los fuertes, y a veces también los tontos, y los que ya no pueden retroceder porque han hecho oficio de su pluma.

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