Hay una especie de caída trágica de las obsesiones de Wittgenstein desde el Tractatus Logico-Philosophicus de 1922 hasta las Investigaciones filosóficas de sus últimos años. Me refiero a una verdadera caída trágica al estilo del Libro del Génesis. La pérdida total de mundo exterior. El cuadro teórico del significado del Tractatus presume que la única relación posible entre el lenguaje y el mundo es denotativa, referencial. Para que el lenguaje sea significativo y tenga alguna conexión con la realidad, palabras como árbol y casa han de ser como pequeñas imágenes, representaciones de árboles y casas reales. Mímesis. Pero nada más. Lo que implica que sólo podemos conocer y hablar de imágenes miméticas. Lo cual nos separa, metafísica y eternamente, del mundo exterior. Si se acepta ese esquema metafísico, sólo quedan dos opciones. Una es que el individuo, con su lenguaje, está atrapado en su interior, y el mundo está afuera, y ambos nunca se encontrarán. Lo cual, aun si se piensa que las imágenes del lenguaje son de verdad miméticas, es una propuesta horriblemente solitaria. Y no hay ninguna garantía de que las imágenes sean en realidad miméticas, lo que implica una búsqueda del solipsismo. Una de las cosas por las que Wittgenstein me parece en realidad un artista es que advirtió que ninguna conclusión podía ser más terrible que el solipsismo. Y por ello destrozó todo aquello que había alabado en el Tractatus y escribió las Investigaciones, que constituyen la argumentación contra el solipsismo más exhaustiva y bella que jamás había sido escrita. Wittgenstein sostiene que para que el lenguaje sea siquiera posible, éste debe ser siempre un mecanismo de relación entre las personas (de ahí que dedique tanto tiempo argumentando contra la posibilidad de un "lenguaje privado"). Así que hace depender al lenguaje de la comunidad humana, pero por desgracia todavía mantenemos la idea de que hay un mundo de referentes ahí fuera a los que nunca podremos unirnos o conocer puesto que estamos atascados aquí, en el lenguaje, aun cuando por lo menos estemos todos juntos. Ah, sí, la otra opción original. La otra opción consiste en expandir la materia lingüística. Expandir el yo.
De Conversaciones con David Foster Wallace
Una entrevista ampliada con David Foster Wallace, por Larry McCaffery