No dejan de sucederse extraños acontecimientos al otro lado del Atlántico. Lo suficientemente esperpénticos como para no dejar pasar la ocasión de hacer un breve comentario al respecto.
Donald Trump, ¿te suena? Un conocido presidente de los Estados Unidos nada menos.
Mi teoría es que, de mayor, quiere ser como Putin.
Empecemos por el principio. Ganó las elecciones, en teoría, gracias al desprestigio de la candidata demócrata, Hillary Clinton. Gracias, supuestamente, a la colaboración del gobierno ruso a la hora de buscar trapos sucios en su cuenta privada de correo electrónico.
Después de cuatro años de controversia, ha perdido las elecciones ante el candidato demócrata Joe Biden, quien ya fue vicepresidente con Barack Obama.
Hasta aquí todo normal. Podemos analizar el mayor o menor acierto de sus decisiones al frente de la primera potencia mundial, pero hemos dicho "breve comentario".
Pero Donald Trump no es un tipo corriente. Bernie Sanders, uno de los precandidatos del partido demócrata, ya predijo, paso por paso, qué pasaría si Trump perdía las elecciones. Unas elecciones, por otro lado, especialmente condicionadas por el voto por correo debido al COVID, ese virus chino que se cura con lejía.
Paso por paso, Sanders intuyó lo que corría por una mente a menudo puerilmente previsible.
Trump, al ver que iba ganando, saldría a anunciar su victoria. Así lo hizo. Después, a medida que se realizaba el recuento del voto por correo, se daba la vuelta a la tortilla e, incapaz de aceptar la remontada, saldría enfadado, reclamando el cuento y recuento de los votos para, finalmente, denunciar en repetidas ocasiones fraude electoral.
Tras más de 60 denuncias que han sido rechazadas por falta de pruebas, todo parecía indicar que el 20 de enero se llevaría a cabo un cambio de presidente más o menos normal. Pero no... esto no podía acabar así.
Mientras se realizaba el trámite oficial del recuento para certificar protocolariamente la victoria de Biden, el presidente electo; el presidente saliente, Donald Trump, daba un discurso frente a las puertas del capitolio. Día 7 de enero.
Probablemente ni el mismísimo presidente de los Estados Unidos, todavía en el cargo, había imaginado su poder de convicción ante las miles de personas congregadas allí y que, guiadas por un fervor cuasi religioso, y quizás de algún otro tipo, ocupaban el edificio, obligando así la interrupción del acto protocolario y dejando tras de sí unas imágenes para la Historia y 5 fallecidos, entre ellos, un guardia de seguridad.
¿Pidió perdón? ¿Se sintió acaso el showman afectado por los acontecimientos? "¡Recordad este día!" Así concluía uno de sus últimos tweets eliminados de la cuenta personal de Donald Trump por la red social. Tras emitir un vídeo de no disculpas, las principales redes sociales: Twitter, Facebook y Youtube decidieron dar un paso adelante y cancelar temporalmente las cuentas del presidente.
Sí, el presidente de Estados Unidos no puede publicar en redes sociales.
Pero hoy, la cosa ha ido más lejos. Twitter ha cancelado definitivamente la cuenta de Donald Trump. Le han quitado su juguete favorito. Trump, el presidente twittero no puede publicar más, ni siquiera desde otras cuentas del gobierno.
Existe una cuenta oficial para el presidente de los Estados Unidos (@POTUS) que va cambiando de administrador para que sea el presidente de turno quien la gestione. Durante estos cuatro años, Trump la ha usado para retwitear los mensajes publicados en su cuenta personal (@realDonaldTrump) y otros de sus familiares y amigos. Sí... el presidente de la primera potencia mundial necesita followers y está dispuestos a conseguirlos como sea.
Pero hoy, señoras y señores, ha tenido lugar la gran tragedia: Twitter ha cancelado su cuenta. Y parece ser que se ha enfadado un poco. Más, me atrevería a decir, que cuando acepte de verdad que ha perdido las elecciones.
¿Y qué ha hecho Trump?
Ha publicado desde varias cuentas, entre ellas la cuenta oficial del presidente (@POTUS) para decir esto:
(Vía The Verge)
Algo así como:
"Mamá Twitter me ha echado de casa y ya no quiero a mi mamá porque mi mamá ya no me quiere, y voy a crear otra mamá porque mamá está aliada con el diablo demócrata comunista porque mamá no me escucha y yo nunca pierdo y puedo decir lo que quiera porque mío mío mío y mi mamá no sabe, snif, y soy presidente por siempre jamás y ahora voy a ser yo mamá".
A la espera de que acepte que mamá Twitter ya no le quiere, veremos a ver qué pasa.
Ahora es Twitter contra Trump, y en la red social están dispuestos a borrar todos los perfiles o cuentas asociadas a su persona. A la persona del actual presidente de los Estados Unidos.
Obviamente este no es el mayor de sus problemas. Se ha iniciado un proceso exprés de su segundo impeachment en su primera legislatura aunque difícilmente, sin el apoyo del vicepresidente republicado Mike Pence, podrán expulsarlo a las malas antes del día 20. Por lo pronto, hay una larga lista de secretarios y miembros de su gabinete que han dimitido.
En su último vídeo publicado antes de la cancelación de su cuenta, habló sobre la aceptación de su derrota, por más que aclaró que no acudirá al acto de relevo en la presidencia.
Veremos si se viene arriba y de una vez por todas hace lo que todos esperamos ansiosamente: compra Twitter.
Ya en serio: a modo de reflexión personal.
Al principio mencionaba la voluntad de Trump de parecerse a Vladimir Putin, el infinito presidente ruso. Honestamente, creo que Trump sólo quiere ser un dictador, o al menos, permanecer eternamente en el poder. Creo que él, tristemente, considera que es positivo para un país tener un gobierno regido por un líder permanente (preferiblemente él), como ocurre a efectos prácticos en Rusia.
Lo sorprendente es que, a diferencia de otros países, en toda su Historia, nunca un presidente estadounidense ha pretendido perpetuarse en el poder. Es la primera vez que ocurre, y sus seguidores parecen entregados a la causa.
Si nos fijamos en otros países que han sido gobernados por dictadores, donde los líderes de partidos de extrema derecha están copiando con éxito los métodos de Trump, el crecimiento de estos partidos es hasta cierto punto comprensible. Recurrir a los símbolos de los dorados tiempos del dictador de turno cala en una parte de la población que ha heredado y crecido con una perspectiva romántica de la dictadura, que ensalza los supuestos beneficios del autoritarismo en tiempos de incertidumbre.
Eso es lo que me tiene inquieto. Ya veremos qué pasa antes del día 20, y si volverá a presentarse en 2024. Visto lo visto, poca broma.