miércoles, 23 de diciembre de 2020
Perfil de la luz
domingo, 22 de noviembre de 2020
Lenguaje conversacional
Las disertaciones se desarrollaron en el Instituto Vázquez Acevedo de Montevideo; congregó gran cantidad de público y toda la prensa se hizo eco, ya que los temas y las protagonistas prometían ser interesantes:
Gabriela Mistral: Acto de obediencia a un ministro
Juana de Ibarbourou: Casi en pantuflas
Alfonsina Storni: Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj
En ese paréntesis feliz, escribe Graciela un prólogo, que es la respuesta a muchos lectores que desean saber, precisamente, como escriben los poetas. Y a esta curiosidad contesta en enero de 1938:
Las mujeres no escribimos solemnemente como Buffon, que se ponía para el trance su chaqueta de mangas con encajes y se sentaba con toda solemnidad a su mesa de caoba.
Yo escribo sobre mis rodillas y la mesa o escritorio nunca me sirvió de nada, ni en Chile, ni en París, ni en Lisboa.
Escribo de mañana o de noche, y la tarde no me ha dado nunca inspiración, sin que yo entienda la razón de su esterilidad o de su mala gana para mí...
Creo no haber hecho jamás un verso en cuarto cerrado ni en cuarto cuya ventana diese a un horrible muro de casa; siempre me afirmo en un pedazo de cielo, que Chile me dio azul y Europa me da borroneado. Mejor se ponen mis humores si afirmo mis ojos viejos en una masa de árboles.
Mientras fui criatura estable de mi raza y mi país, escribí lo que veía o tenía muy inmediato, sobre la carne caliente del asunto. Desde que soy criatura vagabunda, desterrada voluntaria, parece que no escribo sino en medio de un vaho de fantasmas. La tierra de América y la gente mía, viva o muerta, se me han vuelto un cortejo melancólico pero muy fiel, que más que envolverme, me forra y me oprime y rara vez me deja ver el paisaje y la gente extranjeros. Escribo sin prisa, generalmente, y otras veces con una rapidez vertical de rodado de piedras en la Cordillera. Me irrita, en todo caso, pararme, y tengo siempre al lado, cuatro o seis lápices con punta porque soy bastante perezosa, y tengo el hábito regalón de que me den todo hecho, excepto los versos...
En el tiempo en que yo me peleaba con la lengua, exigiéndole intensidad, me solía oír, mientras escribía, un crujido de dientes bastante colérico, el rechinar de la lija sobre el filo romo del idioma...
Ahora ya no me peleo con las palabras sino con otras cosas... He cobrado el disgusto y el desapego de mis poesías cuyo tono no es el mío por ser demasiado enfático. No me excuso sino aquellos poemas donde reconozco mi lengua hablada, eso que llamaba Don Miguel el vasco, la «lengua conversacional».
Corrijo bastante más de lo que la gente puede creer, leyendo unos versos que aún así se me quedan bárbaros. Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible, queda en lo que hago, sea verso o sea prosa.
Escribir me suele alegrar; siempre me suaviza el ánimo y me regala un día ingenuo, tierno, infantil. Es la sensación de haber estado por unas horas en mi patria real, en mi costumbre, en mi suelto antojo, en mi libertad total.
Me gusta escribir en cuarto pulcro, aunque soy persona bastante desordenada. El orden parece regalarme espacio, y este apetito de espacio lo tiene mi vista y mi alma.
En algunas ocasiones he escrito siguiendo un ritmo recogido en un caño que iba por la calle lado a lado conmigo, o siguiendo los ruidos de la naturaleza, que todos ellos se me funden en una especie de canción de cuna.
Por otra parte, tengo aún la poesía anecdótica que tanto desprecian los poetas mozos.
La poesía me conforta los sentidos y eso que llaman el alma; pero la ajena mucho más que la mía. Ambas me hacen correr mejor la sangre; me defienden la infantilidad del carácter, me aniñan y me dan una especie de asepsia respecto del mundo.
La poesía es en mí, sencillamente, un rezago, un sedimento de la infancia sumergida. Aunque resulte amarga y dura, la poesía que hago me lava de los polvos del mundo y hasta de no sé qué vileza esencial parecida a lo que llamamos el pecado original, que llevo conmigo y que llevo con aflicción. Tal vez el pecado original no sea sino nuestra caída en la expresión racional y antirrítmica a la cual bajó el género humano y que más nos duele a las mujeres por el gozo que perdimos en la gracia de una lengua de intuición y de música que iba a ser la lengua del género humano.
Es todo cuanto sé decir de mí y no me pongáis vosotros a averiguar más...
sábado, 26 de septiembre de 2020
Cuentatiempos
domingo, 16 de agosto de 2020
Derrota
lunes, 13 de julio de 2020
Ética de lo real
No estoy volviendo a las utopías. No estoy promoviendo los sueños. El sueño es inadmisible en política. Porque pone en peligro la vida de los hombres. Hay una belleza infinita en lo real. Lo real designa lo que no es "yo", lo que me resiste. Lo real son los demás, son los otros. Lo real es el conflicto. No tratemos de borrar el conflicto, o de cegarnos ante él. Así es como nace la violencia. La vida pasa por la lucha por la vida.Es legítimo soñar en el sentido de imaginar, luego desear, un futuro más allá de nuestra realidad. Esto sí es legítimo. En este caso, el sueño se vuelve la expresión de nuestro ser profundo. Pero el espacio del sueño debe ser siempre más pequeño que el de la realidad. Hay que soñar un sueño que abra las puertas de lo real. Esto es la ética también.
domingo, 14 de junio de 2020
Polimorfismo
Crecimiento / Decrecimiento
¡Mamá! // ¿Adónde se va cuando solo se llega? ¿Dónde? ¿Mamá?
¿Cuánto falta? // lo efímero de la efímera fortaleza de los cuerpos
¡Aprender, aprender! // Aprender enseñando, enseñarse a olvidar
La vida como escalada: // lanzado por fin, al vértigo sin miedos.
la conocí, así me conoció, // un dulce encuentro entre fracturas
nadie sabe el cómo ni por qué. // Nos conocimos, con eso basta:
Vorágine arrastrando días estrépito // residuo de importancias.
y economía y qué hago ahora engranaje // Vida; promesas vanas,
en la máquina de las monedas nunca llegamos // Alegría salina
a pagar las dudas factura náufrago océano infinito // Gota y ya.
viernes, 22 de mayo de 2020
Nombres
Amanecer
He puesto nombre y a cada pájaro
y a cada árbol y a cada sol.
Casi los reconozco ya por su trino matinal,
por la brisa y los despeina, y
la cintura dorada y rastro fugaz.
¿Quién necesita reloj?
Rocío: crisálida cáscara de nube y
las espinas y las flores.
Las espinas y las flores…
Las fragantes espinas y las afiladas flores
de frío; y el canto alegre y nervioso
y el baile musical despereza
naranja y luminosa a escalones y más azul;
noche y cierra los párpados de espejo lunar,
belleza y estira la espalda, siempre asimétrica
esta dulce transición y vacía, inagotable.