Realmente digo
Ya te habrás dado cuenta.
Son así los poetas…
creen que pueden decir
sin hablar, y a veces hasta
hablar sin decirse nada.
Nadie. Espejos de nadie
como cosas, invisibles. Silenciosos
como piedras inútiles, voces líquidas.
Yo, no soy poeta,
por eso cuando te digo:
“Buenos días”,
te digo realmente
“no estás sola”.
Y cuando te pregunto
“¿qué tal el día?”,
también te digo
“no estás sola”.
Y si “qué calcetines más bonitos”,
realmente digo, simple
y llano: “no estás sola”
y “estás preciosa”
no estás sola, y me encantan
tus ojos cuando ríes, no estás sola,
y “¿falta algo que comprar?”,
no estás sola, “aquí hace frío”,
no estás sola. “(Sólo por ti)
adoro las alcachofas”, porque
no estás sola. “¿Cuántas
cucharadas de azúcar?”,
no estás sola; “qué cabrón
el vecino”, no estás sola;
“¡qué simpáticos tus amigos!”,
no estás sola. “¿Puedes
bajar un poco el volumen?”
(no estás sola), “tienes que
leer este libro”, y nunca
estarás sola… “y menuda
fiesta...”, no estás sola,
“… y vaya resaca”, y nunca,
nunca, nunca, nunca.
Por suerte, no soy poeta
y por esa suerte decisiva
puedo decirte
sin parecer poeta
“estás dentro de mi corazón”
y cada vez que afirmo, niego, pregunto
sobre cualquier cosa. Por suerte
digo cosa y digo
“no estás sola,
estás dentro de un corazón”.
Y por suerte, puedo decirlo
y que no me creas,
y que sea cierto
y no pase nada
entre tú y acaso inútil taquígrafo.
Porque cuando digo
“no soy poeta” digo
“soy gaseoso, por suerte”, y
te digo: “no estás sola,
estás en mi corazón”.
Y si todos los poetas mienten digo
un engaño si digo “te quiero” para que me quieras;
entonces, si es mentira y soy poeta... diría
que poeta, pese a todo, significa de mis labios
“no estás sola”,
“tu soledad será siempre tuya”
y digo
“también esta cosa mía es tu corazón”.