Árbol del desierto
Sigo siendo aquel triste árbol
que arañaba el cielo en busca de agua,
que arañaba el suelo en busca de algo
que no fuera polvo y guijarros.
Abrazado al desierto y sin remedio
como única razón de existencia,
acostado y sin ningún miedo
de que nadie venga a salvarme.
Sigo haciendo fuerzas para florecer,
sigo filtrando el aire con mi tronco
más que seco, muerto de sed
y sin esperanzas de parir flores primaverales.
Estirado, deseando que la lluvia me toque
y arrastre el polvo de mi superficie,
que deje al sol despertar algún tallo joven
y me crea cuando le diga que nací en un oasis.
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