Amor de preso
Me retiro a estas paredes de blanco,
me resigno a seguir soñando.
Convierto la clausura en mi forma de vida
y me acorralo.
Dejo que la página lo absorba todo,
todo lo que sólo yo puedo darle.
La contento.
Me contenta.
Es la relación perfecta.
sin gritos, sólo abrazos y lágrimas.
Y hombros y bordes mojados.
No la dejo descansar
cuando intento descansar.
Estiro sus bordes matemáticos,
intento hacerlos circulares como la mesa
que tapaba el babero, y luego no crece,
y no crece, y no mengua, y no muere.
La engaño.
Esta página
agrieta mis manos,
hurga las heridas
y me recuerda siempre grande.
Me engaña.
El resto del tiempo se ha perdido en el blanco,
se ha colado por el agujero de mi estómago;
huyó en busca de los besos,
la mayoría aún no han regresado.
Este encuentro es sólo un homenaje a su reino perdido,
a la eterna frontera con esta mesa
plagada de astillas.
Somos irremediablemente débiles,
retazos de papel mojado.
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